Desde el Esequibo, el peligro de otra guerra por el petróleo – ESP/IT
Presentamos un resumen del programa Brecce, escúchalos en Radio Quarantena (www.spreaker.com)
En esta ocasión queremos hablar de una disputa fronteriza, una disputa histórica que podría iniciar una nueva y devastadora guerra de agresión por el petroleo. Estamos hablando de las aguas del Esequibo, disputadas entre Guyana y Venezuela. Un área equivalente a dos tercios de la pequeña Guyana, el país de habla inglesa más pequeño de América del Sur: el tercer estado «soberano» más pequeño de América del Sur después de Uruguay y Surinam.
Tiene una población de 780.000 habitantes y cubre 215.000 kilómetros cuadrados. Una antigua colonia holandesa y luego británica, el único país de América del Sur que habla inglés. Como siempre, para entender, es necesario recurrir a la historia que, para los pueblos del sur, es la historia de la opresión colonial así como de la opresión de clases, para lo cual la redacción de Estado «soberano» debe ir entre comillas: no es de extrañar, que la bandera de una segunda independencia sigue siendo muy actual en América Latina (y más allá).
Guyana obtuvo la independencia en 1966 y proclamó la república en 1970, aunque permaneció dentro de la Commonwealth, una organización intergubernamental de 54 estados independientes, unidos -todos excepto Mozambique y Ruanda- por la colonización sufrida por el Imperio Británico.
Un país cuyas decisiones siguen fuertemente influenciadas por las políticas británicas y norteamericanas: con más o menos evidencias dependiendo de si va al gobierno el Congreso Nacional del Pueblo (de derecha, siempre apoyado por Estados Unidos) o el Partido Progresista del Pueblo, que es de izquierda, y al que pertenece el actual presidente Irfaan Ali, el primer presidente musulmán practicante oficial.
Para hacerse una idea de la presencia imperialista en la zona basta con saber que existe una organización llamada GuyanaUsa, que promueve la integración de Guyana con Estados Unidos. ¿Porque? Porque más de 100.000 guayaneses tienen doble ciudadanía y los guayaneses que residen en los Estados Unidos son aproximadamente 350.000, o un tercio de la población total. Y porque la influencia de EE.UU., a la que Reino Unido otorgó el uso de sus puertos en Sudamérica, incluidos los ubicados en Guyana, ya durante la Segunda Guerra Mundial, nunca ha cesado, dada la fuerte continuidad de la relación especial existente entre los EE.UU. y Gran Bretaña.
Para comprender los orígenes de la disputa del Esequibo y su impacto en el presente, te pedimos que sigas, con un poco de paciencia, las principales etapas que la han caracterizado. La primera distorsión colonial se originó el 3 de octubre de 1899. En ese momento, se firmó en París el llamado Laudo Arbitral, constituido por un tribunal creado dos años antes sobre la base del Tratado de Arbitraje de Washington, en el que Estados Unidos, en representación de Venezuela , por un lado, y el Reino Unido como propietario de la entonces colonia de Guayana Británica (ahora República Cooperativa de Guyana), por otro lado, había acordado llevar a un tribunal de arbitraje internacional la disputa sobre la frontera oeste de la colonia británica, y al este de Venezuela. Venezuela ya era entonces independiente, pero no fue convocada para una solución amistosa a la disputa territorial. Estuvo representado por las potencias coloniales.
En definitiva, el fallo fue a favor del Reino Unido que se adjudicó el territorio que Venezuela ya llamaba Guayana Essequiba, y que se extendía por 159.500 kilómetros cuadrados al oeste del río Esequibo (ciertamente no un nombre inglés). En ese momento, Venezuela protestó de inmediato, citando vicios de forma. Sin embargo, fue solo en 1962 que logró llevar su protesta a la ONU, proporcionando evidencia documental de sus razones.
La solicitud fue aceptada y dio lugar a el Acuerdo de Ginebra el 17 de febrero de 1966, firmado por Venezuela y los representantes de la Guayana Británica, próxima a lograr la independencia. Ese acuerdo sigue vigente aunque sea transitorio ante un acuerdo definitivo y consensuado, que Venezuela sigue pidiendo incluso ahora.
El asunto quedó en manos del Secretario General de las Naciones Unidas, frente a quien Venezuela y Guyana, luego de la independencia de este último, decidieron nombrar un mediador en la figura de un «buen oficiante» que fue identificado en el jamaicano Norman Girvan, desaparecido en abril de 2014. Desde entonces, el tema ha quedado pendiente, o más bien sujeto a injerencias internacionales debido a los gigantescos intereses existentes en la zona.
La pequeña Guyana, cuya economía, basada en la caña de azúcar, el banano, el coco y otras frutas tropicales, así como la pesca de mariscos, depende del capital extranjero y tiene el corolario clásico de los países dependientes: pobreza generalizada, corrupción, ausencia de infraestructura, deuda pública muy alta, industria muy pequeña basada principalmente en ron, pcerveza y azúcar; y robo de los recursos preciosos que posee, como la bauxita, el oro y los diamantes.
Sin embargo, desde 2008, Exxon Mobil, una de las principales multinacionales petroleras estadounidenses de importancia mundial, que opera en el mercado europeo bajo la marca Esso, ha comenzado arbitrariamente a perforar en la disputada zona de Esequibo.
De inmediato, los grandes medios entregaron proyecciones del Fondo Monetario Internacional, según las cuales, para el 2025, habría un ingreso de 5 mil millones de dólares, permitiendo al pequeño país fronterizo con Venezuela y Brasil, un crecimiento 14 veces mayor que el de China. Cifras asombrosas que convertirían a Esequibo en el área con las mayores reservas de petróleo per cápita del mundo.
Recordemos que, en la actualidad, Venezuela cuenta con las mayores reservas certificadas de petróleo del mundo, además de oro, diamantes, coltán y otros recursos sobre los que el imperialismo estadounidense pretende poner las manos, como lo hizo durante los gobiernos de la IV República que se turnaron en el poder antes de la victoria de Chávez en las elecciones de 1998.
Como vemos, la pregunta no es insignificante. Exxon Mobil, al igual que otras multinacionales que no han aceptado el monto propuesto por Chávez como compensación por las nacionalizaciones llevadas a cabo en Venezuela, ha abierto disputas multimillonarias en tribunales arbitrales internacionales, cuya naturaleza no es muy diferente a la de la corte que dio lugar al Laudo Arbitral de París en 1899.
Intereses gigantes que están en el centro de la farsa de la “investidura” por parte de Estados Unidos del autoproclamado «presidente interino» de Venezuela, Juan Guaidó, quien así se ha robado la principal refinería de Venezuela, que tiene su sede en Estados Unidos, Citgo. Un robo permitido por el bloqueo económico-financiero, impuesto por Estados Unidos y Europa, en cuyos bancos -especialmente británicos- se mantiene ilegalmente el oro venezolano. Y es de estos días, la noticia de que el títere Guaidó venderá Citgo para pagar la compensación de otra gran multinacional, Cristallex.
Mientras tanto, el 11 de enero, el almirante estadounidense Craig Faller, jefe del Comando Sur, llegó a Guyana para una visita de tres días, como parte de las maniobras conjuntas de los guardacostas de Estados Unidos y Guyana, decididas el 8 de enero. Venezuela ha denunciado esta nueva injerencia peligrosa, que tiende una vez más a la continuación de la política de hechos consumados decidida por Trump y que, con toda probabilidad, también será ejecutada por Biden.
El 31 de enero de 2018, el secretario general de la ONU, Antonio Guterres, anunció que trasladaría la controversia a la Corte Internacional de Justicia, sin nombrar, no obstante, un nuevo mediador entre las partes.
El 18 de diciembre de 2020, la Corte se declaró competente para decidir sobre la validez del laudo arbitral de 1899, disputado en cambio por Venezuela. En unos días habrá una audiencia deliberativa. El gobierno bolivariano ha protestado, establecido por decreto una zona especial a lo largo de la disputada frontera, ha alertado a la Fuerza Armada Nacional Bolivariana y ha lanzado una amplia discusión en el país, que involucra a juristas, académicos y, por supuesto, las estructuras del poder popular. .
También hay que recordar que, en un video filtrado el año pasado, la emisaria de Guaidó en Londres, prometió al gobierno británico la cesión de los derechos sobre Esequibo a cambio de apoyar al autoproclamado y su banda de ladrones.
Pero, desde Gran Bretaña, el respaldo legal a la tesis venezolana provino de un abogado italo-inglés, Ugo Giuliani quien, en 2018, había descubierto los mapas originales, ocultados y falsificados por el imperialismo desde entonces.
Un tema candente, como podemos ver, en el contexto de la crisis mundial y la disputa entre el imperialismo norteamericano y el campo de fuerzas que en cambio se mueve en el contexto de un mundo multicéntrico y multipolar alrededor de China, y en el que se ubica Venezuela Bolivariano. Un tema que también concierne a las relaciones de solidaridad que establecen Cuba y Venezuela con los países del Caribe en el contexto de Caricom, organización en la que Estados Unidos intenta influir desde hace tiempo.
Los periódicos de la derecha venezolana y sus partidarios en Europa han dado a conocer mientras tanto que Biden habría invitado a su asunción, no al legítimo representante del gobierno bolivariano, sino al falso canciller de Guaidó, Carlos Vecchio. Esta semana, habrá un nuevo pronunciamiento de los países europeos. Mientras tanto, Trump se prepara para atrincherarse en Florida, el centro de desestabilización de los ricos anticastristas y antichavitas.
Dall’Essequibo, un’altra aggressione imperialista per il petrolio
Presentiamo una sintesi della rubrica Brecce, ascoltale su Radio Quarantena (www. spreaker.com)
Questa volta vogliamo parlarvi di una disputa di confine, un contenzioso storico che potrebbe dare inizio a una nuova e devastante guerra del petrolio. Parliamo delle acque dell’Essequibo, contese tra Guyana e Venezuela. Un’area pari ai due terzi della minuscola Guyana il più piccolo paese sudamericano di lingua inglese: il terzo stato “sovrano” più piccolo dell’America Meridionale dopo Uruguay e Suriname.
Ha una popolazione di 780.000 abitanti e si estende per 215.000 chilometri quadrati. Ex colonia olandese e poi britannica, è l’unico paese del Sudamerica a essere di lingua inglese. Come sempre, per capire, bisogna ricorrere alla storia che, per i popoli del sud, è storia di oppressione coloniale oltreché di lotta di classe, per cui la dicitura di stato “sovrano” va messa tra virgolette: non a caso, quella di una seconda indipendenza è una bandiera ancora fortemente attuale in America Latina (e non solo).
La Guyana ha ottenuto l’indipendenza nel 1966 e ha proclamato la repubblica nel 1970, anche se è rimasta nell’ambito del Commonwealth, un’organizzazione intergovernativa di 54 stati indipendenti, accomunati – tutti, tranne il Mozambico e il Ruanda – dalla colonizzazione imposta dall’impero britannico.
Un paese le cui scelte politiche rimangono pesantemente influenzate dalle politiche britanniche e nordamericane: con più o meno evidenza a seconda che al governo vada il Congresso Nazionale del Popolo (di destra, da sempre appoggiato dagli Stati Uniti) o il Partito Progressista del popolo, che è di sinistra, e a cui appartiene l’attuale presidente Irfaan Ali, il primo presidente musulmano ufficialmente praticante.
Per avere un’idea della presenza imperialista nella zona, basti sapere che esiste un’organizzazione che si chiama GuyanaUsa, e che promuove l’integrazione della Guyana con gli Stati Uniti. Perché? Perché oltre 100.000 guayanesi hanno la doppia cittadinanza, e i guayanesi che risiedono negli Stati uniti sono all’incirca 350.000, ovvero un terzo della popolazione complessiva. E perché l’influenza degli Usa, a cui il Regno Unito concesse l’uso dei propri porti in Sudamerica, tra cui quelli situati in Guyana, già durante la seconda guerra mondiale, non è mai venuta meno, vista la forte continuità della relazione speciale esistente tra Usa e Gran Bretagna.
Per capire le origini della contesa sull’Essequibo e la sua portata sul presente, vi chiediamo di seguire, con un po’ di pazienza, le tappe che l’hanno caratterizzata. La prima stortura coloniale ha avuto origine il 3 ottobre del 1899. Allora, venne firmato a Parigi il cosiddetto Lodo Arbitrale, stabilito da un tribunale creato due anni prima in base al Trattato arbitrale di Washington, nel quale gli Stati Uniti, in rappresentanza del Venezuela, da un lato, e il Regno Unito come proprietario dell’allora colonia della Guayana Britannica (oggi Repubblica cooperativa di Guyana), dall’altro, avevano stabilito di portare davanti a un tribunale arbitrale internazionale la disputa sulla frontiera ovest della colonia britannica, e est del Venezuela. Il Venezuela era allora già indipendente, ma non venne convocato per una soluzione amichevole della disputa territoriale. Venne rappresentato dalle potenze coloniali.
Per farla breve, la sentenza fu favorevole al Regno Unito a cui venne aggiudicato il territorio che il Venezuela già chiamava Guayana Essequiba, e che si estendeva per 159.500 chilometri quadrati all’ovest del fiume Essequibo (non certo un nome inglese). Il Venezuela di allora ha immediatamente protestato adducendo vizi di forma. Tuttavia è stato solo nel 1962 che è riuscita a portare la propria protesta all’ONU, fornendo prove documentali delle proprie ragioni.
La domanda venne ammessa e portò alla firma dell’Accordo di Ginevra, il 17 febbraio del 1966, siglato dal Venezuela e dai rappresentanti della Guyana britannica prossima a ottenere l’indipendenza. Quell’accordo continua a essere vigente anche se ha carattere transitorio in vista di un accordo definitivo e concordato, che il Venezuela continua a chiedere anche ora.
La questione rimase nelle mani del Segretario generale delle Nazioni unite, davanti al quale Venezuela e Guyana, dopo l’indipendenza di quest’ultima, hanno stabilito di nominare un mediatore nella figura di un “buen oficiante” che venne individuato nel giamaicano Norman Girvan, scomparso nell’aprile del 2014. Da allora, la questione è rimasta pendente, o meglio soggetta alle interferenze internazionali dovute ai giganteschi interessi esistenti nella zona.
La piccola Guyana, la cui economia – basata sulla canna da zucchero, sulle banane, il cocco e altri frutti tropicali, nonché sulla pesca dei crostacei – è dipendente dai capitali esteri, e presenta il corollario classico dei paesi dipendenti: povertà diffusa, corruzione, assenza di infrastrutture, debito pubblico elevatissimo, piccolissima industria basata prevalentemente sul rum, la birra e lo zucchero; e rapina delle risorse preziose che possiede, come bauxite, oro e diamanti.
Dal 2008, però, la Exxon Mobil, una delle principali multinazionali petrolifere statunitensi di importanza mondiale, che opera sul mercato europeo con il marchio Esso, ha arbitrariamente iniziato le trivellazioni nella zona contesa dell’Essequibo.
Immediatamente, i grandi media hanno fornito le proiezioni del Fondo Monetario Internazionale, secondo le quali, entro il 2025 vi sarebbe stato un ricavo di 5 miliardi di dollari, consentendo al piccolo paese confinante con il Venezuela e il Brasile, una crescita 14 volte superiore a quella della Cina. Cifre da capogiro che farebbero dell’Essequibo la zona con le più grandi riserve pro capite di petrolio al mondo.
Ricordiamo che, attualmente, il Venezuela possiede le più grandi riserve certificate di petrolio al mondo, oltreché di oro, diamanti, coltan, e altre risorse sulle quali l’imperialismo USA ambisce a rimettere le mani, come fece durante i governi della IV Repubblica che si alternarono prima della vittoria di Chavez alle elezioni del 1998.
Come si vede, la questione non è di poco conto. La Exxon Mobil, al pari di altre multinazionali che non hanno accettato la cifra proposta da Chavez come compensazione per le nazionalizzazioni portate avanti dal Venezuela, ha aperto contenziosi miliardari presso i tribunali di arbitraggio internazionale, la cui natura non è molto diversa da quella del tribunale che ha dato luogo al Lodo arbitrale di Parigi nel 1899.
Giganteschi interessi che sono al centro dell’investitura farsesca da parte degli USA dell’autoproclamato “presidente a interim” del Venezuela, Juan Guaidó, che si è impadronito così della principale raffineria del Venezuela, che ha sede negli Stati Uniti, la Citgo: mediante l’uso del blocco economico-finanziario, imposto dagli USA e dall’Europa, nelle cui banche – soprattutto britanniche – è trattenuto illegalmente l’oro del Venezuela. Ed è di questi giorni, la notizia che il burattino Guaido venderà la Citgo per pagare le compensazioni di un’altra grande multinazionale, la Cristallex.
E, intanto, l’11 gennaio, l’ammiraglio statunitense Craig Faller, capo del Comando Sud, è arrivato in Guyana per una visita di tre giorni, nell’ambito delle manovre congiunte della guardia costiera degli Usa e della Guyana, decise l’8 gennaio. Il Venezuela ha denunciato questa nuova pericolosa ingerenza, che tende una volta di più al proseguimento della politica dei fatti compiuti decisa da Trump, e che, con ogni probabilità, verrà portata avanti anche da Biden.
Il 31 gennaio del 2018, il Segretario generale dell’Onu, Antonio Guterres, ha annunciato che avrebbe trasferito il contenzioso alla Corte Internazionale di Giustizia, senza però che venisse nominato un nuovo mediatore tra le parti.
Il 18 dicembre del 2020, la Corte si è dichiarata anzi competente a deliberare sulla validità del lodo arbitrale del 1899, contestato invece dal Venezuela. A giorni, vi sarà un’udienza deliberante. Il governo bolivariano ha protestato, ha stabilito per decreto una zona speciale lungo il confine conteso, messo in allarme la Forza Armata Nazionale Bolivariana, e aperto un’ampia discussione nel paese, che sta coinvolgendo giuristi, accademici e, ovviamente le strutture del potere popolare.
Bisogna anche ricordare che, in un video filtrato l’anno scorso, l’emissaria in Gran Bretagna di Guaidó aveva promesso al governo inglese la cessione dei diritti sull’Essequibo in cambio di sostegno all’autoproclamato e alla sua banda di ladroni.
Ma, proprio dalla Gran Bretagna è arrivato un supporto legale alla tesi del Venezuela da parte di un avvocato italo-inglese, Ugo Giuliani il quale, nel 2018, aveva scoperto le cartografie originali occultate e falsificate dall’imperialismo di allora.
Una questione bruciante, come si vede, nel contesto della crisi mondiale e della contesa tra l’imperialismo nordamericano e il campo di forze che invece si muove nell’ambito di un mondo multicentrico e multipolare intorno alla Cina, e nel quale si situa il Venezuela bolivariano. Una questione che riguarda anche le relazioni solidali impostate da Cuba e dal Venezuela con i paesi caraibici nell’ambito di Caricom, organizzazione che gli Usa stanno cercando da tempo di influenzare.
I giornali della destra venezuelana e dei loro sostenitori in Europa hanno intanto fatto sapere che Biden avrebbe invitato alla sua assunzione di incarico, non il legittimo rappresentante del governo bolivariano, ma il finto ministro degli Esteri di Guaidó, Carlos Vecchio. La prossima settimana, ci sarà un nuovo pronunciamento dei paesi europei. Intanto, Trump si prepara ad asserragliarsi nella Florida, centro di destabilizzazione dei ricchi anticastristi e antichavisti.
Geraldina Colotti