Venezuela tiene un nuevo Parlamento con mayoría chavista. – ESP/IT

Colegio José de Jesús Arocha, en Petare.

En Venezuela, el chavismo ha recuperado la Asamblea Nacional, sacando, con la votación del domingo 6, la mayoría a la derecha que la había obtenido en las elecciones legislativas de 2015. Con más del 82% de los votos, el Partido Socialista Unido de Venezuela (PSUV) y sus aliados del Gran Polo Patriótico (GPP) obtuvieron el 67% de las preferencias: 3,5 millones de votos de los 5,2 millones registrados.

El Partido Comunista de Venezuela, que ha decidido liderar una pequeña patrulla de formaciones fuera de la alianza GPP, recibió 143.917 votos, osea un 2,73%. El 17,95% se destinó a los principales partidos de oposición (AD, COPEI, CMC, AP / El CAMBIO) y el 4,19% a otras formaciones menores (VU, PV, VPA). Las organizaciones más pequeñas totalizaron el 6,79% de las preferencias.

La participación fue del 31%, de una población de unos 32 millones de personas y 20 millones con derecho a voto: un voto que no es obligatorio, pero que es absolutamente participado desde que, el 6 de diciembre de 1998, Hugo Chávez ganó las elecciones presidenciales y al año siguiente se aprobó la nueva constitución. La participación promedio en Venezuela es de 9 de cada 10 persona con derecho a votar, en comparación, por ejemplo, con Estados Unidos (4 de cada 10) o el promedio de los países europeos, donde 5 de cada 10 con derecho a votar van a las urnas.

Nadie, esta vez, esperaba una participación masiva, tanto por la pandemia que, aunque efectivamente contenida por las políticas de salud del gobierno bolivariano, condiciona los hábitos de la ciudadanía, como por el boicot de la oposición golpista. La derecha que participó en el proceso electoral con la intención de convertirlo en un «plebiscito contra Maduro» no lo ha logrado. Tras los primeros datos, aparecieron carteles que decían «Maduro se queda», en apoyo al presidente que había manifestado su intención de dimitir si la derecha hubiera ganado las parlamentarias.

Más que una comparación con la participación en las elecciones legislativas de 2015, es más pertinente referirse a las parlamentarias de 2005, cuando la derecha (entonces unida en la Coordinadora Democrática) decidió desertar del voto y la participación fue del 25%. La participación en las elecciones del domingo es, por tanto, un 6% mayor.

El chavismo se despertó al amanecer para ejercer el derecho al voto. La extrema derecha ha hecho lo mismo, pero para sabotear, enviando mensajes contundentes como este: «Nadie fue a votar, todo se redujo a un burdo montaje». Mientras tanto, llegaron declaraciones similares del exterior: de la administración estadounidense, de Colombia, de Ecuador, de la Organización de Estados Americanos (OSA), del Grupo de Lima, y de los países de Europa que han optado por apoyar la línea del autoproclamado Juan Guaidó.

Para contrarrestar la propaganda, tanto el PSUV como los partidos de derecha en la lista para la votación, y los acompañantes internacionales (más de 300, junto con 500 nacionales) han difundido fotos de los centros de votación y las filas ordenadas de los que esperaban su turno para votar. respetando las medidas de prevención anti-covid.

Todo transcurrió sin disturbios, con las milicias bolivarianas desplegadas para asistir, junto con la Fuerza Armada Nacional Bolivariana, que garantizó la seguridad de este importante proceso electoral, bajo la bandera de la unión cívico-militar. Las medidas anti-covid han ralentizado el acceso a los centros de votos debido al número limitado de personas permitidas en cada entrada. Sin embargo, el proceso electoral, totalmente automatizado, en Venezuela es muy rápido.

Cada persona tomó apenas unos minutos para poner la huella en la máquina correspondiente (la cual la transmite a la terminal del Consejo Nacional Electoral (CNE)), para alejarse de la vista de otros, presionar el botón relacionado con su elección, y recoger el comprobante que hará imposible la fraude, porque se basa en la coincidencia exacta entre la votación electrónica y la votación manual. Una copia del recibo, de hecho, se colocará en una urna sellada para los controles finales, que se realizarán sobre una muestra de más del 55% de las papeletas, inmediatamente después del cierre de las mesas de votación.

Existen 17 procedimientos de control del sistema y reglas electorales, 15 de los cuales ya se han realizado, antes y durante la votación, en presencia de los 107 representantes de los grupos políticos participantes en la votación, y dos se están realizando en las fases posteriores a la votación. Durante las elecciones a la Asamblea Nacional Constituyente, la extrema derecha sequestró diversos representantes de los colegios electorales y destruyó una gran cantidad de máquinas de votación. Una oportunidad que le sirvió al gobierno bolivariano para actualizar aún más el software con tecnología venezolana con el apoyo de China, provisto de amplia autonomía en caso de sabotaje al sistema eléctrico.

Tras la difusión de los resultados, en la red se han multiplicado los mensajes de «adiós» al autoproclamado Juan Guaidó. La imagen más explícita muestra un retrato de él envuelto en una bolsa de basura negra, dirigiéndose al basurero, como sucedió en Bolivia luego del restablecimiento de las relaciones entre el nuevo gobierno electo y la República Bolivariana.

Pero todavía sale mucha basura de esa bolsa negra, con la intención de plagar tanto como sea posible antes del 5 de enero. Hoy, la «consulta» de Guaidó comienza a avalar el sabotaje electoral, con el apoyo arrogante de la desmantelada administración Trump y de la Unión Europea de banqueros, capitalistas y subalterna al complejo militar-industrial.

Geraldina Colotti

Il Venezuela ha un nuovo Parlamento a maggioranza chavista

In Venezuela, il chavismo ha recuperato l’Assemblea Nazionale, togliendo, con il voto di domenica 6, la maggioranza alla destra che l’aveva ottenuta nelle legislative del 2015. Con oltre l’82% delle schede scrutinate, il Partito Socialista Unito del Venezuela (PSUV) e i suoi alleati del Gran Polo Patriottico (GPP) hanno ottenuto il 67% delle preferenze: 3,5 milioni di voti sui 5,2 milioni registrati.

Al Partito Comunista venezuelano, che ha deciso di guidare una piccola pattuglia di formazioni fuori dall’alleanza del GPP, sono andati 143.917 voti, ovvero il 2,73%. Ai principali partiti di opposizione (AD, COPEI, CMC, AP/El CAMBIO) è andato il 17,95%, ad altre formazioni minori (VU, PV, VPA), il 4,19%. Organizzazioni più piccole hanno totalizzato il 6,79% delle preferenze.

La partecipazione è stata del 31%, su una popolazione di circa 32 milioni di persone e 20 milioni di aventi diritto al voto: un voto non obbligatorio, ma assolutamente partecipato da quando, il 6 dicembre del 1998, Hugo Chavez ha vinto le presidenziali e l’anno successivo è stata approvata la nuova costituzione. La media di partecipazione elettorale, in Venezuela, è di 9 aventi diritto su 10, a fronte, per esempio, degli Stati Uniti (4 su 10) o della media dei paesi europei, ove si recano alle urne 5 aventi diritto su 10.

Nessuno, questa volta, si aspettava un’affluenza massiccia, sia per la pandemia che, per quanto efficacemente contenuta dalle politiche sanitarie del governo bolivariano, condiziona le consuetudini dei cittadini, sia per il boicottaggio dell’opposizione golpista. La destra che ha partecipato al processo elettorale con l’intenzione di trasformarlo in un “plebiscito contro Maduro” non è riuscita nel suo intento. Dopo i primi dati, sono perciò comparsi cartelli con su scritto “Maduro se queda” (Maduro rimane), in appoggio al presidente che aveva manifestato l’intenzione di dimettersi qualora la destra avesse vinto le parlamentari.

Più che un paragone con la partecipazione alle legislative del 2015, è più pertinente riferirsi alle parlamentari del 2005, quando la destra (allora riunita nella Coordinadora Democratica) decise di disertare il voto e l’afflusso fu del 25%. La partecipazione alle elezioni di domenica risulta così superiore del 6%.

Il chavismo si è svegliato all’alba per esercitare il diritto di voto. L’estrema destra ha fatto altrettanto, ma per sabotare le parlamentari inviando messaggi martellanti di questo tipo: “Nessuno è andato a votare, tutto si è ridotto a un grossolano montaggio”. Intanto, dall’estero arrivavano dichiarazioni analoghe: dall’amministrazione Usa, dalla Colombia, dall’Ecuador, dall’Organizzazione degli Stati Americani (OSA), dal fantomatico Gruppo di Lima, e dai paesi d’Europa che hanno optato per appoggiare la linea dell’autoproclamato Juan Guaidó.

Per contrastare la propaganda, sia il PSUV che i partiti i della destra in lista per il voto, sia gli accompagnatori internazionali (oltre 300, insieme a 500 nazionali) hanno diffuso le foto dei seggi e delle file ordinate di chi attendeva il turno per votare rispettando le misure di prevenzione anti-covid.

Tutto si è svolto in modo tranquillo, con le milizie popolari dispiegate per assistere, insieme alla Forza Armata Nazionale Bolivariana, che hanno garantito la sicurezza di questo importante processo elettorale, all’insegna dell’unione civico-militare. Le misure anti-covid hanno rallentato l’accesso ai seggi per via del numero limitato di persone consentito a ogni entrata. Tuttavia, il processo elettorale, completamente automatizzato, in Venezuela, è molto rapido.

Ogni persona ha impiegato solo qualche minuto per mettere l’impronta nell’apposita macchinetta, che la trasmette al terminale del Consejo Nacional Electoral (CNE), recarsi al riparo dagli sguardi, pigiare il tasto relativo alla sua scelta, e ritirare la ricevuta che renderà impossibile le frodi in base a un riscontro esatto fra il voto elettronico e il voto manuale. Una copia della ricevuta, infatti, verrà messa in un’urna sigillata per le verifiche finali, che verranno fatte su un campione di oltre 55% di schede, subito dopo la chiusura dei seggi. Sono previste 17 procedure di controllo del sistema elettorale e delle procedure, 15 delle quali hanno già avuto luogo, prima e durante il voto, alla presenza dei 107 rappresentanti delle formazioni politiche partecipanti al voto, e due si stanno svolgendo nelle fasi successive al voto. Durante le elezioni per l’Assemblea Nazionale Costituente, l’estrema destra ha sequestrato i rappresentanti dei seggi e distrutto un gran numero di macchinette elettorali. Un’occasione che è servita al governo bolivariano per aggiornare ulteriormente il software con tecnologia venezuelana con il supporto della Cina, fornito di un’ampia autonomia in caso di sabotaggio del sistema elettrico.

Dopo la diffusione dei risultati, in rete si sono moltiplicati i messaggi di “saluto” all’autoproclamato Juan Guaidó, a cui, il 5 gennaio, il nuovo parlamento toglierà anche l’ultima parvenza di motivazione, in quanto non sarà neanche più parlamentare. L’immagine più esplicita mostra un suo ritratto avvolto in un sacco nero della spazzatura, diretto al secchio dell’immondizia, com’è accaduto in Bolivia dopo il ripristino delle relazioni del nuovo governo eletto dalle urne e la Repubblica Bolivariana.

Ma da quel sacco nero sta ancora uscendo molta immondizia, intenzionata a impestare il più possibile prima del 5 gennaio. Oggi, comincia infatti la “consulta” di Guaidó per avallare il sabotaggio elettorale, con l’arrogante supporto dell’amministrazione Trump in via di dismissione e dell’Unione Europea dei banchieri, dei capitalisti e del complesso militare-industriale.

Geraldina Colotti