«La revolución tiene que devolver la historia al presente». Entrevista a Sandra Oblitas, rectora de la Universidad Bolivariana de Venezuela
Geraldina Colotti
“La revolución no puede permitir el olvido. Tenemos la tarea de traer de vuelta la historia al presente, enseñando a las generaciones más jóvenes de dónde venimos, para que puedan elegir qué camino tomar”. Así lo dice Sandra Oblitas Ruzza, rectora de la Universidad Bolivariana. La encontramos al final de un seminario sobre medios y feminismo, que destacó la necesidad de combinar el pensamiento de género y la lucha de clases, evidenciando los límites de la historia contada por los hombres, que ha mantenido a las mujeres en la sombra.
“Los derechos adquiridos -afirma Oblitas- no se dan para siempre. Los jóvenes y las jóvenes deben aprender a defenderlos, porque son fruto de una dura lucha, desde los tiempos de la independencia hasta los de la historia reciente: la historia del Comandante Chávez que despertó la conciencia del pueblo durante la Cuarta República, demostrando que se puede ganar, y luego hay que defender la victoria obtenida”.
También en este sentido, la universidad es una trinchera privilegiada. Y Sandra sabe de trincheras, por haber enfrentado los embates violentos y machistas de los golpistas venezolanos, desde su puesto de vicepresidenta en el Consejo Nacional Electoral (Cne): la máxima autoridad electoral, uno de los cinco poderes de los que dispone la constitución bolivariana, en que Sandra defendió a las instituciones de innumerables intentos desestabilizadores, con equilibrio y firmeza.
¿Qué significó después de tantos años en el CNE haber asumido este nuevo rol en una coyuntura compleja para el país? ¿Cuál es su primer balance?
Se trata de dos roles distintos, pero unidos por un mismo compromiso de garantizar el ejercicio democrático basado en la participación del pueblo como protagonista, tal como lo establece la constitución, que ha superado así el antiguo esquema de representación. Por eso, sabiendo que puede contar, nuestro pueblo siempre ha pedido votar, construyendo y fortaleciendo el proceso bolivariano y el nuevo estado en una sucesión de citas electorales que, como sucedió con la Asamblea Nacional Constituyente, en 2017, han devuelto la paz al país, desactivando la violencia y los intentos desestabilizadores. Cumplí con mi deber y agradezco a la revolución este nuevo cargo que me dio el presidente Maduro en medio de la pandemia: la formación de esta nueva generación de venezolanos y venezolanas sobre la base de una política inclusiva, impulsada por la Universidad Bolivariana. Una universidad que nació al calor de la revolución por un diseño estratégico de Hugo Chávez, para formar las figuras profesionales que demanda el nuevo estado. Ver, en los años pasados, graduarse a las primeras personas mayores, mujeres de los sectores populares, fue algo maravilloso. Un ejemplo de cómo el nuestro es un estado garantista, en el que todas y todos tienen derecho a aprender, formarse y hacer su aporte al país, contribuyendo a generar programas que respondan a las necesidades colectivas. Siento por tanto una responsabilidad muy grande, fuerte de un batallón de profesores que compartimos las mismas motivaciones.
Como denunció el profesor Aristóbulo Istúriz cuando era ministro de Educación, la estructura del cuerpo académico sigue siendo muy conservadora, y trabaja para desacreditar la calidad del proyecto educativo bolivariano. ¿Cuál es la situación ahora?
Hay una visión clásica y conservadora de los procesos de formación a nivel universitario, que obstruye las nuevas modalidades nacidas al calor de la revolución. Nuestras universidades, al igual que la bolivariana, se basan en dos elementos innovadores: la inclusión, independientemente de la edad y los ingresos, y la posibilidad de formarse en el área de residencia, en el espacio en el que vives. Una formación integral e interdisciplinar encaminada a transformar la realidad que nos rodea, estimulándonos así a comprenderla, analizarla y hacer propuestas para mejorar el espacio colectivo. Es lógico que esta visión choque con la perspectiva elitista que caracteriza a la academia tradicional. El estado bolivariano dice: la formación es para todos, gratuita y de calidad desde el preescolar hasta la universidad, incluyente y garantizada como lo exige la Constitución. La mayoría de las universidades son gratuitas, aunque el estado autoriza la educación privada como acompañamiento del proceso de formación dentro de la constitución.
¿Cuál es la oferta académica de la universidad y en qué se matriculan con más ganas los jóvenes?
Contamos con 22 áreas de formación , algunas tienen salida intermedia a los 2 años y medio, con ello obtienen el título de técnico superior universitario. Con ello pueden incorporarse al mercado laboral, y si lo desean continúan estudio hasta obtener la licenciatura. Además de la fuerte demanda habitual en áreas tradicionales de formación para nosotros como Derecho, Psicología, Comunicación Social, tratamos de encaminar a los estudiantes hacia Agroecología, Pesca y Agricultura, Cultura Nutricional, Salud Pública, programas orientados a las necesidades del país, al desarrollo sostenible en las áreas que necesitan de mayor inversión, contempladas en el Plan de la Patria. Hay dos modalidades de inscripción, la primera, a nivel nacional, cuenta con más de 16.000 estudiantes, la otra se realiza a través de la Misión Sucre, hermana de la Universidad Bolivariana, que organiza espacios académicos en los 335 municipios del país y a la que están inscritos más de 30.000 alumnos. Este número solo atañe a nuestra universidad, porque las demás universidades de la revolución también acreditan a estudiantes de la Misión Sucre.
El bloqueo contra Venezuela golpeó duramente tanto las estructuras universitarias como los salarios de los docentes. ¿Cuánto afectó la educación de los jóvenes, considerando la propaganda derechista que los empujaba a irse oa aprovecharse de la especulación?
No podemos negar las dramáticas consecuencias de la caída de los ingresos del Estado en más del 90%. Todo el sector público se ha visto afectado, y en particular el sector universitario, porque el imperialismo se ha esforzado mucho en la guerra económica para interrumpir el proceso de garantía del Estado hacia la población. Por eso también fue importante la creación de la Cátedra Antibloqueo, que brinda estadísticas y análisis sobre las consecuencias de las medidas coercitivas unilaterales en los derechos humanos, incluido el de la educación gratuita y de calidad. Estas investigaciones también destacan las estrategias de resistencia puestas en marcha contra el bloqueo, a partir del gran esfuerzo del Estado para garantizar un sistema de cobertura social, con la caja de alimentación, el Clap, o entregando bonos a partir del sistema Patria, o avanzando en la negociación colectiva por el salario. Ahora que la situación va mejorando, hay que hacer un ejercicio de conciencia para entender dónde estamos y cuánto ha costado mantener abierta la universidad, ampliar las líneas de investigación, aprovechando también la pandemia, que nos ha obligado a combinar varias modalidades de enseñanza: a distancia y, con todas las medidas de bioseguridad, cuando ha sido posible, presencial. El número de profesionales con formación universitaria empleados en el sector público ha pasado de alrededor del 16% en 2002 a más del 30% en la actualidad. Y ahora, como Universidad Bolivariana también estamos participando en el proyecto de la Universidad Internacional de la Comunicación, que dirige Tania Díaz, en una línea de investigación de periodismo para la paz. Hay que seguir yendo a contracorriente, contrarrestando una doble y tóxica narrativa: la que les dice a los jóvenes que es mejor ganar dinero y no formarse, y la otra que les induce a aprovechar la oportunidad de ganar dinero persiguiendo objetivos individualistas. La revolución ha trabajado sólidamente para formar a los jóvenes sobre la base de otros principios, para construir un proyecto colectivo en el que, aun cuando se privilegia «el emprendimiento», como ahora decimos, como estímulo para producir y generar ingresos, éste no es perseguir el beneficio individual, pero ayudar a expandir un proceso productivo que ayude al país y a la revolución.