Entrevista con Tania Díaz: “Contra Venezuela, un entramado cultural, político y semiótico que nos quiere llevar de nuevo al coloniaje”

Por Geraldina Colotti
Resumen Latinoamericano

 

Tania Díaz, reconocida periodista y dirigente política de la revolución bolivariana, ha ocupado diversos cargos tanto durante los gobiernos de Hugo Chávez como en los de Nicolás Maduro. Actualmente, es vicepresidenta de Agitación Propaganda y Comunicación del Partido Socialista Unido de Venezuela (PSUV), diputada a la Asamblea Nacional y continúa conduciendo el popular programa de radio Dando y Dando.

 

Has estado en la primera línea contra las múltiples agresiones imperialistas a la Revolución Bolivariana. ¿Cuáles fueron los momentos más difíciles?

Los 20 años de Revolución Bolivariana han sido de agresión continua, es decir una estrategia de guerra permanente, primero contra el Comandante Chávez y ahora contra el Presidente Nicolás Maduro, ya que ellos encarnan y liderizan el proceso de cambios profundos que vive Venezuela. Una revolución que se ha dado el pueblo venezolano a sí mismo, como protagonista, y que implica una confrontación de modelos, un cambio que invirtió las reglas de la política nacional en el año 1998, por la vía electoral, y que continúa por vía democrática a contracorriente de los grandes capitales transnacionales y de las oligarquías locales que les son serviles. Por eso siempre la agresión ha sido continua y despiadada, con momentos picos  muy difíciles como lo vivido a finales del año 2001, abril del año 2002 y comienzos del año 2003. Fueron años de profunda turbulencia contra el Comandante Chávez por haber tomado gobierno en áreas neurálgicas de la economía nacional, como son la tierra y el petróleo, al aprobarse la Ley de Tierra y la Ley de Hidrocarburos cuando apenas iniciaba su mandato. Al sancionarse estas leyes, la oligarquía y sus mangantes del Norte decidieron actuar contra Chávez porque no estaban dispuestos a dejarse arrebatar esa riqueza que significaba, para ellos, su garantía de supervivencia hegemónica, y para nosotros los revolucionarios un paso gigante hacia la emancipación y soberanía. Fueron momentos difíciles.

También fue una agresión en el espacio político y comunicacional. Nos tocó resistir en los dos únicos medios oficiales que existían para el momento: Venezolana de Televisión y Radio Nacional de Venezuela y, sinceramente, desde la experiencia como comunicadora y periodista lo más difícil fue ver desatar ese río de odio a través de los medios disponibles para la época, mirar como esa estrategia de propaganda de guerra lograba inocularse en sectores de la población que nos desconocían como sus hermanos, que estaban dispuestos a atacar violentamente con todas las fuerzas a otros venezolanos y venezolanas, que se desconocían a sí mismos como venezolanos y venezolanas, sentir cómo se perseguía una parte de la población. Ver ese despliegue impune de odio y violencia por las distintas vías de comunicación y también por las calles del país fue para nosotros sorprendente. Fue la primera vez que lo vimos de una manera tan descarada y abierta, como resultado de una estrategia de propaganda de guerra contra el país que se sumaba a un golpe económico – paralizaron y sabotearon  Petróleos de Venezuela – y a una insurrección prolongada e ilegal contra la institucionalidad del país.

Sin duda, nosotros en este momento vivimos el preludio de una guerra. Todo el escenario se montó para desatar una guerra fraticida, una guerra civil que cumpliera los objetivos de las grandes potencias interesadas en robarse la riqueza venezolana, que era dar al traste con la revolución bolivariana, revertir el desplazamiento del poder de sectores oligárquicos entreguistas y someter a la población venezolana, anular la esperanza de millones quienes, de la mano del Comandante Chávez, habíamos reconquistado el derecho a la ciudadanía, la dignidad, el orgullo nacional, la creencia firme y el accionar además -con el proceso constituyente- de que somos dueños de nuestro destino y que podemos decidir el futuro de nuestro país, nuestra comunidad y nuestra familia. Esto es lo que más dolor causaba en este momento, momento muy duro, sin duda de la Revolución, pero también muy hermoso porque vimos el resultado de toda la acción de creación colectiva que habíamos edificado junto a Chávez. Allí, como ya es historia y todo el mundo lo conoce, el pueblo venezolano dio una enorme lección política: se armó el pueblo de Constitución y salió con la Ley en la mano, sin violencia, por la vía democrática electoral, a restituir el hilo constitucional.

El otro momento muy difícil, el más difícil de todos y sin duda el más triste, fue la pérdida física del Comandante Chávez. Nunca nos pasó por la mente que el Comandante Chávez pudiera irse de este terreno, que era un ser humano y que tenía una vida corporal finita. Su enfermedad fue un período de profunda reflexión. Él mismo lideró el proceso de introspección y revisión política que nos tocaba vivir como sociedad para preparar el momento en el que ya no estuviera al frente y no pudiera orientarnos personalmente en cada paso, como nos acostumbramos durante casi dos décadas. A través de la literatura, por ejemplo, el Comandante Chávez nos habló de la teoría del Eterno Retorno, de Nietzsche, nos hizo leer la Biblia, nos metimos en un proceso de reencuentro con la esencia misma de la Revolución y de preparación para un momento que nunca preparamos, que jamás quisimos vivir.

Cuando el Comandante Chávez partió, él lo sabía y nosotros tal vez no lo habíamos asumido con certeza, ese fue el punto de inflexión, el banderazo de partida para que el imperio norteamericano y todo el entramado del capital hegemónico mundial se ensañara contra Venezuela. Muchas y muchos de nosotros pensamos que la muerte del Comandante fue inducida, lo creemos porque – como bien lo expresó la consigna de su última campaña – Chávez era y es todavía hoy el Corazón del pueblo llano de Venezuela, del hombre y la mujer de a pie, obrero, campesino, trabajador. Por eso creyeron que al arrebatárnoslo se acabaría también nuestra fortaleza política y Barack Obama lanzó en 2015 el decreto infausto que declaró a Venezuela una amenaza para Estados Unidos, comienzan las mal llamadas sanciones y nos sentencian como país forajido, perseguido, para justificar el crimen de agresión permanente que hoy persiste sobre nuestro país.

Una vez más el pueblo dio una gran lección, desde todo punto de vista. Solamente para ejemplificar, hubo un peregrinar de 10 días para asistir al sepelio de Chávez. Vinieron los mas humildes, desde todos los rincones del país, por los medios que encontraron e hicieron largas colas en la ciudad capital para darle un último adiós a su Comandante, una muestra de hermandad y solidaridad en momentos difíciles para seguir adelante, como es costumbre en nuestra cultura venezolana.

El tercer momento más difícil es éste que estamos viviendo, desde el año 2013 en adelante. La guerra no declarada pero brutal, híbrida, despiadada que han lanzado sobre Venezuela y que se expresa en diversos escenarios: el económico, bloqueando todo nuestro ingreso, saboteando indiscriminadamente nuestra capacidad de producción, robado nuestros recursos; el terreno de lo político, el desconocimiento de nuestras instituciones democráticas y el forjamiento de otras paralelas que acompasan el despojo económico, la persecución de nuestros líderes, la criminalización de todo el liderazgo de la Revolución. En el aspecto militar, incursiones al territorio, magnicidio frustrado con drones, la penetración paramilitar, las “guarimbas” terroristas; en el aspecto cultural simbólico, la guerra psicológica, operaciones de propaganda de guerra planificadas y concatenadas de manera tal que en esta etapa golpeen los afectos más cercanos, la emocionalidad más íntima porque ataca directamente a la familia y a las comunidad.  Forzar un quiebre económico significa atacar el empleo digno, el ingreso familiar que se ve mermado, la pequeña producción que lleva la peor parte de la guerra. Entonces es ver a la hija o al hijo que se va, muchas veces sin rumbo determinado, producto de las dificultades económicas que sí existen, pero sobre todo inducidos por una enorme operación de guerra psicológica integrada en el plan de agresión, destinada a robarnos también a la Juventud formada y educada durante 20 años de revolución, con estudios universitarios, manejo de tecnología, idiomas. Buscan vaciarnos también del recurso más valioso que tenemos, que es nuestra gente. Buena parte de la población cayó afectada por esta perversión muy bien orquestada, en la cual se invirtió mucho dinero, pero la otra parte, la mayoría, no se rindió. Ha sido difícil, duro, pero también ha sido un momento de gran crecimiento, de explosión creativa, de emprendimiento, de fortaleza, de ejemplo, de dignidad, de valentía y lealtad. Hombro a hombro salimos adelante y como dice el poema de Benedetti: “En la calle codo a codo somos mucho más que dos”.

Como Vicepresidenta de la Asamblea Nacional Constituyente (ANC), te has visto directamente afectada por las “sanciones” de Estados Unidos. ¿Puedes explicarnos qué conlleva estas medidas coercitivas unilaterales y por qué golpear a una representante del pueblo como eres tú, significa afectar los derechos fundamentales del pueblo?

En lo personal, esas mal llamadas sanciones no significan nada. La Unión Europea, Suiza y Canadá me incluyeron en una lista de venezolanos y venezolanas que, según dicen, no podemos efectuar transacciones comerciales ni mover cuentas bancarias en esos países. No tengo ninguna cuenta en el extranjero. Dicen que no podemos comprar armas ni ejecutar actividades a nombre del gobierno nacional. No me corresponde, yo soy legisladora, no actúo en funciones de gobierno. Pero sí creo que hay que denunciar la estrategia de censura que ilegalmente aplican al Parlamento venezolano usando como excusa esas medidas coercitivas unilaterales. No solamente somos diputadas y diputados chavistas los “sancionados”, más de una decena de parlamentarios de oposición fueron también “castigados” en 2019 después de la debacle política de Juan Guaidó, cuando perdió la mayoría en la cámara y no logró la reelección como Presidente de la Asamblea Nacional. Quienes asumieron como directiva y presidentes de Comisiones para el años 2020 (todos hombres) fueron amenazados, chantajeados y finalmente les aplicaron sanciones en Estados Unidos y otros países. Algunos de esos diputados fueron reelectos para este nuevo período 2021-2025. Debemos entonces denunciar que estas medidas coercitivas unilaterales cercenan nuestro derecho a elevar internacionalmente la voz del pueblo que nos eligió. En pocas palabras, es una censura directa a la voz de la revolución y de la oposición democrática venezolana, cuya participación en instancias políticas multilaterales se ve fuertemente restringida.

Lo demás es una publicidad y mercadeo simple, vieja norma incluso de propaganda nazi, se trata de ponerle cara, ojos, boca y nariz a la expresión política de la cual quieras denigrar (o al producto que quieras vender, según el caso) atribuyendo así a una persona (o grupo político) todos los males y penurias que puedan afectar a una sociedad. Se encarna en una persona tipo toda la estrategia de segregación, criminalización y odio que se pretende aplicar a un sistema político porque así es más fácil inocularlo a grandes segmentos de la población. Un ejemplo muy claro es aquel episodio triste y bochornoso en el cual el Fiscal General de Estados Unidos, William Barr -quien fue destituido luego por Donald Trump de manera vergonzosa- se paró frente a los medios de comunicación mostrando en una cartelera fotografías de los Jefes de los Poderes Públicos de Venezuela, incluido el Presidente Nicolás Maduro, y le puso precio a sus cabezas ofreciendo 15 millones de dólares como recompensa. Se llega hasta este extremo, de representar una desgastada escena típica del cine western norteamericano, como golpe simbólico al país y sus instituciones.

¿De qué manera afecta al pueblo? De todas las maneras, incluso llegan a convencer a una parte del pueblo venezolano de que se está actuando en su favor y no en su contra, es simplemente una política de ablandamiento, la justificación para desatar crímenes de guerra contra una Nación, es la colonización mental que necesitan para desplegar una estrategia de agresión como la que le están haciendo a Venezuela, para naturalizar esa crueldad, el ensañamiento contra un pueblo ante en instancias políticas de Naciones Unidas y el sistema internacional, aunque viole el derecho internacional, los derechos humanos y las normas mínimas de convivencia.

Uno de los principales frentes de la agresión imperialista son los medios de comunicación. ¿Cómo lo analiza siendo periodista y Jefe o Vicepresidenta de Agitación, Propaganda y Comunicación del Partido Socialista Unido de Venezuela (PSUV)?

El tema de la comunicación tiene que verse inserto en el campo de la guerra híbrida, asimétrica y multimodal, como uno de los teatros de operaciones fundamentales de esa guerra, en el mismo nivel y con la misma precisión que el tablero de operaciones militar, político o económico. Es el soporte emocional de los demás escenarios de guerra, es decir, el objetivo es la conquista de nuestras mentes y de nuestros corazones, de nuestro espíritu y de nuestra esperanza. Si no las conquistan no tienen éxito. Nunca se podrá decir que se acabó la Revolución Bolivariana porque siempre estará esa llama encendida en alguno de nosotros y mientras esté encendida, no se terminará la Revolución. Chávez trajo a Bolívar del siglo XIX al siglo XXI y, con él, un cúmulo de valores como la igualdad, soberanía, independencia, lo popular, la democracia participativa y protagónica, el poder constituyente y en este momento todas esas ideas y valores están prendidas, ardiendo como fuego sagrado en la conciencia de los venezolanos y las venezolanas.

No creo que debamos circunscribirnos solo al análisis de lo comunicacional mediático. Es un entramado montado sobre la agenda de cultura, comunicación y política interrelacionando estos factores, para conseguir el efecto que define el autor Chileno Pedro Santander Molina en su libro La Batalla Comunicacional, el efecto del Desaliento. Comenta el autor que a partir de la caída la Unión Soviética, se impone en el mundo la supremacía del capitalismo neoliberal y de la democracia liberal burguesa. En ese sentido se despliega toda la industria cultural, que parte de Hollywood, para instituir este modelo político, económico y social como único, sin alternativa posible.  En este escenario Venezuela protagoniza la primera rebelión popular contra el neoliberalismo, el 27 de febrero de 1989, e insurge Chávez con la rebelión cívico militar del 4 de febrero de 1992, conquista el poder por vía electoral en 1998 y activa el proceso constituyente en 1999, momento fundamental de comunicación y creación colectiva que marca la pauta de nuestro proceso emancipador del siglo XXI. Desplazamos el concepto de democracia representativa, donde el pueblo elige representantes para que gobiernen por él, para sustituirlo por el de la democracia participativa y protagónica, que restituye “intransferiblemente” al pueblo el poder de gobernar, de ejercer la soberanía y lo hace dueño de su propio destino. Es esta idea bolivariana la que revoluciona al continente, traída al siglo XXI de la mano de Chávez y de sus inspiradores. Es la historia la que prende y genera los cambios. Por eso a este escenario de confrontación no debemos llamarlo mediático, sino Simbólico Cultural.

Chávez nos sembró de nuevo en nuestros orígenes; trajo la identidad negra, india y la esencia de nuestra historia libertaria que teníamos enterrada bajo estructuras de contracultura capitalista. Esta identidad renovada con poderosos valores autóctonos resulta altamente peligrosa para el hegemón porque cohesiona al pueblo, lo envalentona, le da las herramientas para hacerse dueño de su destino. Por eso se diseña el ataque simbólico, cultural y mediático en el teatro de operaciones de guerra contra Venezuela, específicamente dirigido a desdibujar esos valores, a desvalorizarlos hasta convertirlos en motivo de vergüenza, pretender llevarnos de nuevo a negar nuestra propia historia y origen. Por eso reniegan incluso del alcance colosal del pensamiento del Libertador Simón Bolívar. Cuando tomaron el poder por 48 horas durante el golpe de estado en abril de 2002 le quitaron el calificativo de “Bolivariana” al nombre de la República. Por eso descalifican el concepto de Patria hasta igualarlo a un rollo de papel higiénico, solo para descalificar la ultima palabra y sentencia del Comandante Chávez: “Hoy tenemos Patria, que nadie se equivoque, hoy tenemos pueblo, que nadie se equivoque, hoy tenemos la Patria más viva que nunca, ardiendo en llama sagrada”.

En fin, todo es parte de un entramado cultural político y semiótico que nos quiere llevar de nuevo al camino del coloniaje, de la sumisión, al camino de la no independencia. Volviendo a Santander Molina, una estrategia de desaliento que pasa por desconocer nuestros valores identitarios esenciales y que busca desmovilizar a la fuerza popular transformadora; busca que ya no creamos en lo que somos y sobretodo que nos sintamos incapaces de promover los cambios necesarios para crear una mejor sociedad. Otro concepto Bolivariano, traído también por el Comandante Chávez al siglo XXI: lograr para el pueblo “la mayor suma de felicidad posible”, es lo que se proponen neutralizar a través de esta guerra simbólica cultural.

Ahora, del otro lado estamos nosotras y nosotros, preñados con esta tarea de futuro. Tenemos el deber de estar permanentemente recreándonos, organizándonos, formándonos en el conocimiento de nuestra historia política, sobre la posición que nos corresponde ocupar y defender en el mundo, estudiar los procesos emancipadores de otros pueblos. En constante formación y en la búsqueda de nuevas y novedosas formas de organización y construcción. Venezuela creó un sólido Sistema Nacional de Medios Públicos, una red consistente de Medios Alternativos y Comunitarios, han surgido colectivos de comunicación popular y digital de toda naturaleza, se ha sembrado en cada uno de los espacios de participación popular la necesidad de tener instancias de comunicación propias que divulguen y promuevan la marcha de la revolución. Formar, organizar, crear, movilizar, para irrumpir en ese teatro de operaciones Simbólico. Desplegarnos con nuestra propia estrategia y planificación, nuestra organización, nuestros actores, soldadas y soldados que salgan en defensa de la esperanza y del futuro.

El PSUV tiene una organización de carácter nacional para la tarea comunicacional, con responsables en cada uno de los 24 estados y de los 335 municipios. Ahora estamos avanzando a formar unidades para la batalla comunicacional en cada una de las 280 mil calles donde ya el partido ha consolidado una estructura básica de acción político-social. También creamos hace 4 años las Brigadas Internacionales de Comunicación Solidaria Brics-PSUV que han sido punto de apoyo para emprender acciones fuera de nuestras fronteras. Tú, Geraldina has sido partícipe del 1er Congreso Internacional de la Comunicación, celebrado aquí en Venezuela en diciembre de 2019, y después organizamos el Capítulo Comunicación del Congreso Bicentenario de los Pueblos, recientemente en julio de 2021, con participación de 8.677 mil personas a nivel nacional y voceros de 22 países. Logramos realizar cuatro sesiones internacionales de trabajo y registrar un voluntariado con decenas de miles de compatriotas dispuestas y dispuestos para incorporarse a la batalla.

Por supuesto que no podemos equipararnos al poderío tecnológico, financiero y logístico de nuestros agresores, que finalmente tienen de soporte a toda la industria del entretenimiento y la comunicación capitalista. Y no hablamos en sentido figurado, es común encontrar escenas sobre Venezuela en series de estreno para plataformas como Neflix, episodios donde se vuela con explosivos a Petróleos de Venezuela, “héroes” mercenarios que llegan a liberar el país de la dictadura, propaganda política contra el Estado venezolano sobrepuestas en videojuegos para niños. Se han plantado decenas de sitios web y espacios de comunicación digital, cuentas, bots, laboratorios de guerra sucia, financiadas directamente por Ned y la USAID. Contraponemos la agresión con organización popular y formación para la comunicación política. Los colectivos voluntarios se hacen llamar sabiamente Guerrilla Comunicacional.

De la fructífera interacción generada en los Congresos Internacionales de la Comunicación surgió la propuesta de crear la Universidad Internacional de las Comunicaciones, proyecto que tiene ya fundado por decreto presidencial su capítulo en Venezuela y que se estrenó en 2020, en medio de la pandemia, con la realización de 33 seminarios web y 31.600 participantes registrados provenientes de 50 países en interacción digital. Están integrados en esta primera fase de creación la Universidad de Lanus en Argentina, a través del Centro de Investigación Mac Bride, que dirige el filosofo Fernando Buen Abad, promotor e impulsor de la Universidad; y los Consejos de Universidades de Cuba y Nicaragua, además de 5 universidades venezolanas. Para el 2022 esperamos iniciar plan académico formal con el fin de constituirnos en una “Comunidad orgánica de encuentro, acción y referencia en cuanto al pensamiento investigación, producción y divulgación de saberes y contenidos comunicacionales”, como lo dice su declaración de principios, en un espacio de encuentro  que contribuya al pensamiento decolonial y apoye las luchas emancipadoras de nuestros pueblos.

En medio de una batalla permanente y desigual, estas formas de organización nos permiten asomarnos con un rostro propio y auto reconocernos en la preservación de la esencia ideológica, cultural, identitaria que han pretendido borrarnos durante siglos. Desde la propuesta que hemos levantado en defensa propia, de la cual tu participas, Geraldina, nosotros avanzamos en la definición, autoafirmación, búsqueda y crecimiento de ese ser social, ese ser colectivo que nos da la fuerza en Revolución.

¿En qué momento está la Revolución Bolivariana después de años de agresión y golpes bajos a las conquistas populares?

Bueno, yo diría que estamos en un momento de reafirmación. Al comienzo de la entrevista recordábamos los momentos más difíciles que nos ha tocado vivir en 20 años de Revolución Bolivariana y describimos esta última etapa como la más dura, desde el punto de vista de lo que le ha tocado vivir al pueblo por cuanto es más prolongada y violenta que las anteriores.  Te decía que la guerra, el ataque nos llegó directamente a la calle, al mercado, a la sala de nuestra casa de una manera brutal. Nos tocó lo más intimo y lo más sentido. Si tuviéramos que resumir la estrategia en una palabra, esta sería: Asedio.

Por eso nos toca un momento de autoafirmación, de echar las penas al hombro para volver a comenzar muchas veces, pero sin ceder ni un centímetro en nuestro propósito de construir una nueva sociedad sobre la base del Socialismo Bolivariano del Siglo XXI. En este aspecto el Presidente Maduro ha jugado un papel determinante porque ha dirigido de manera empecinada y eficiente una política que tiene base en la convivencia, en la unidad de la República, en la paz, en preservar los principios de la Revolución. Desde mi punto de vista, ha jugado un papel admirable. Ha sido a la vez benefactor y exigente con el pueblo. Solicita revisión a sus equipos de trabajo, les demanda innovación, búsqueda, avance. Nos ha tocado a todos, desde los funcionarios del gobierno hasta el Jefe o Jefa de la UBCH (Unidades de Batallas Hugo Chávez), nos ha tocado reinventarnos y “echar pa´lante”.

Concebimos los CLAP (Comité Locales de Abastecimiento y Producción) para contrarrestar el boicot de la agroindustria a la distribución de alimentos (una de las primeras manifestaciones de la guerra económica, 2016) y las Brigadas Populares de Prevención contra el COVID-19, por ejemplo, en 2020. Hemos redactado nueva legislación, hemos parido nuevas formas de organización y formas de administración financiera propias para paliar el ataque a la moneda. Nuestros ingenieros han creado maquinarias y desarrollado tecnología autóctona para superar los efectos del bloqueo económico, han surgido emprendimientos de todo tipo para formar una nueva red de intercambio comercial y productivo popular.

La nueva Asamblea aprobó la Ley de Ciudades Comunales y ahora estamos en consulta pública – en todo el país- de la ley de Parlamentos Comunales, para avanzar en la nueva estructura de estado comunal que iniciamos con Chávez y que ya tiene presencia en el país en la forma de más de 3 mil Comunas constituidas y 47 mil consejos comunales registrados. Hemos inventado formas de financiamiento, formas de rescatar la producción petrolera; nuestros obreros, Ingenieros y Jefes, Gerentes y Ministros, todos en una acción han tenido que crear maquinarias de la chatarra, han tenido que crear nuevas formas de producción para salir adelante y aquí estamos de pie.

Es un momento de reafirmación porque la agenda de desaliento, de la guerra y la violencia quedó al desnudo con todas sus miserias, derrotada por la acción colectiva. La mayoría de los venezolanos y venezolanas  tomó conciencia de que la minoría política encarnada por Juan Guaidó y su banda los engañó y los traicionó. Que se articularon con intereses extranjeros para agredirnos a todos todas, que actuaron por sus propios intereses y no por lo del colectivo, que vendieron a su propio país y le causaron un grave daño a la Patria. Que nunca llegaron a la Asamblea Nacional para legislar y para hacer el bien, si no para trabajar en función de esa agenda de guerra. Una vez más logramos encauzarlos por el camino electoral, pero a costa de mucho dolor y sacrificio. No les queda alternativa. Por eso están nuevamente reunidos en la Mesa de Diálogo en México y han manifestado -por ahora- que irán a la contienda electoral, aún a sabiendas de que son hoy por hoy organizaciones políticas muy debilitadas, desmoralizadas por no decir inmoralizadas, pasaron de ser minoría a ser una ínfima minoría gracias a sus crímenes y desaciertos.

Este año vamos a la elección número 28, para escoger responsables de gobernaciones, alcaldías y cuerpos legislativos de ambas instancias, los cargos que son más cercanos a la vida cotidiana de las personas. Desde el chavismo apostamos también por una auto revisión, por un cambio que implicó una decisión audaz y acertada del Presidente Maduro y de la Dirección Nacional del Partido Socialista Unido de Venezuela (PSUV), que fue plantearse unas elecciones primarias en un momento tan convulso. Las hicimos en dos fases, una primera el 27 de junio para postular precandidatos, en mas de 14300 asambleas de base PSUV simultáneas, y otra el 08 de agosto para escoger candidatos y candidatas con participación de todo el Registro Electoral y sobre la plataforma tecnológica del CNE. Votaron 3 millones y medio de personas. Un triunfo político para el PSUV y un golpe noble y democrático para el oposicionismo radical violento.

El resultado fue además una renovación de todo el liderazgo: 45% de candidatos y candidatas son jóvenes, con una paridad casi casi que de 50% entre hombres y mujeres; son nuevos las y los candidatos al 92% de las Alcaldías y al 43% de las Gobernaciones. Estas megaelecciones que se llevaran a cabo el 21 de noviembre deberían sellar el fin de esta fase de ataque cruento a las instituciones democráticas de Venezuela. Es el deber ser y estamos haciendo todo el esfuerzo para ello.  Y la Revolución va muy bien preparada a este escenario tras un proceso de revisión, de rectificación y de reafirmación. La agresión ha generado distorsiones y manchas en todos los terrenos, también nos ha afectado dentro de las filas revolucionarias.  Ahora, una vez que ha pasado la tormenta, o buena parte de ella, estamos obligados a “limpiar la casa”, “aclarar las aguas” y dar este nuevo comienzo que ha dicho nuestro Presidente: “tiene que ir hacia la recuperación del bienestar social que alcanzamos durante 20 años de revolución y que hasta el año 2017, no tenía ningún otro país de la región.  El modelo social que sufrió un disparo directo en el pecho una vez que el Comandante Chávez partió físicamente. Por eso es el período que sella la estabilidad política para ir hacia la recuperación económica.

Esa es la etapa en la que está la Revolución Bolivariana y tenemos toda la esperanza de que va a salir bien porque ¡nos lo merecemos, Geraldina!, lo hemos trabajado día a día, hora a hora, minuto a minuto, hemos dado la batalla y la hemos ganado como dicen en lenguaje deportivo “honrosamente y dignamente”, cumpliendo las reglas del juego y sin agredir a nadie, a punta de trabajo y de creación colectiva.  Nos lo merecemos.