La crisis no es por la guerra, es por el capitalismo.

Richard Benavides
Politólogo Venezolano

Todos los días los telediarios y medios de comunicación europeos abren sus noticieros, editoriales y agencias de noticias con la misma línea informativa”: la crisis energética, económica y social provocada en Europa es por culpa de la invasión de Rusia a Ucrania. Habiendo cercenado la libertad de expresión en todo un continente -en el caso de RT- y de sancionar y perseguir a cualquier persona que no esté alineada con el discurso único de occidente, la mentira campa libremente y a sus anchas por Europa.

Nada dista más de la realidad que dicha afirmación. La crisis que hoy recae sobre toda Europa es el resultado del desacierto y de la imposición de una línea conflictiva aprobada por los Estados Unidos y seguida al pie de la letra por la dirección política europea. Es la Unión Europea la gran protagonista de la creciente crisis social que se vive en este continente y avivada por los deseos de Washington está inmersa en una alta contradicción de sus propios intereses. Son los gobiernos europeos, los que han aumentado su gasto militar y los que envían semanalmente, armas, municiones y adiestran al personal militar del régimen ucraniano en territorio europeo en detrimento de sus propios intereses colectivos y del pueblo.

Son cientos de millones de euros al mes los que solicita el régimen de Zelenski para mantener una guerra que está profundizando las desigualdades sociales de Europa y haciendo que las contradicciones entre capital y trabajo se hagan más evidentes. Son estas mismas sanciones, aprobadas por los 27 dentro de la UE, las que han restringido el transporte de gas, petróleo, combustibles y fertilizantes a los puertos europeos. Pero como siempre, la culpa es de Putin.

Las grandes corporaciones, en el caso de España, han visto como sus gananciashan aumentado exponencialmente con una crisis que sufren los de siempre, los pobres de los pueblos. La banca (el Banco Santander ha reportado beneficios de 7.316 millones de euros desde enero hasta septiembre de este año, un 25% más que el mismo período del año pasado), las grandes superficies de alimentos, las empresas eléctricas (Iberdrola 3.103 millones de euros netos, un 29% más que el año anterior) y los que venden el gas y combustibles (Repsol 3.222 millones de euros de beneficios netos, un 66,2% más que el año pasado), aumentan cada día sus ingresos de forma desproporcionada y afectando a millones de personas. Y aunque se están comenzando a dar ciertas movilizaciones en algunas ciudades europeas, aún no se han masificado y no hay una política certera de los gobiernos en parar este robo del capitalismo.

Ahora bien, existen muchos partidos progresistas y de la izquierda en toda Europa, movimientos sociales que están descontentos con la situación actual, pero -y vaya que son difíciles los peros- ¿dónde está esa dirección que aglutine ese descontento social? ¿nde están esas voces que se alzan desde nuestra izquierda para pedir que se frene la guerra? Aquí pretendo detenerme un instante. Existen parlamentos europeos donde hay presencia de las fuerzas progresistas de la izquierda internacionalista, pero desde esos mismos parlamentos se aprueba el envío de armas al régimen ucraniano con los votos de esa izquierda. En esos parlamentos, donde esa izquierda no alza su voz en contra de la ilegalización de partidos progresistas de izquierda en Ucrania por parte del régimen fascista que desgobierna en Kiev, donde no se alza la voz para condenar el asesinato de Daria Duguina, donde no se alza la voz para condenar los cientos de muertos desde el 2014 por parte del régimen fascista que gobierna a Ucrania.

Me voy a permitir criticar esas posturas. Lo hago desde el mayor compromiso revolucionario y desde una postura fiel a mis ideales. No se puede callar, no nos podemos callar ante una guerra y enviar armas. No nos podemos callar ante el asesinato de una persona sólo por el hecho de que los medios nos dicen que Daria Duguina era la hija de un colaborador de Putin, ¿o es que eso les da carta blanca al fascismo para asesinar? Yo me pregunto nuevamente: ¿Por qué en vez de enviar armas al régimen ucraniano no piden enviar alimentos, medicinas y bienes que ayuden a ese pueblo? ¿Por qué en vez de darle dinero a un fascista como Zelenski no se hace un fondo para la reconstrucción de escuelas, hospitales e infraestructuras? La izquierda europea debería estar pidiendo el fin de la guerra y detener el envío de armas, el entrenamiento en sus territorios de fuerzas fascistas del ejército ucraniano y el fin del gasto militar de la OTAN. Ese sería su deber: estar junto a los pueblos y sus trabajadores dando las luchas necesarias para afrontar la crisis en las que los han metido sus gobernantes. Ahí debería estar la izquierda, en las luchas más sublimes de la Humanidad.

La crisis no es por la guerra, camaradas. La crisis es producto del modelo de sociedad que tiene Europa, principalmente basada en el capital y en la defensa de los grandes conglomerados empresariales. Es por no tener una política exterior propia, sino la dictada por los EE.UU., quien es el gran vencedor de este conflicto y está convirtiendo a Europa en su nueva fuente de riquezas sumiéndola en una crisis sin precedentes en los últimos 30 años.

Cada vez que les digan que la culpa es de Putin pregúntense quién puso sanciones, quiénes le venden el gas a Europa hasta 3 veces más caro, quiénes aumentan los precios de los alimentos, quiénes está obteniendo ingentes ganancias a partir del robo a toda la sociedad europea, quiénes aumentan los tipos de interés y hacen que muchos ciudadanos se estén quedando sin vivienda. Pero por sobre todas las cosas, pregúntense, hasta dónde los llevará la crisis del capitalismo.