Una imagen vale más que mil palabras. Gracias, Felipe, por tu grosera sinceridad

Artículo de Izquierda Castellana
9 de agosto de 2022

Este artículo podría también titularse: De la impostura del “¿Por qué no te callas?” a la grosería de Felipe de Borbón.

La actitud de “imperialista fracasado” que ha tenido en Colombia el actual Jefe de Estado español a título de rey, Felipe VI, es expresión sin ambigüedad alguna de lo que el Régimen de la II Restauración Borbónica significa, de sus claros contenidos políticos e ideológicos. La falta de respeto ante un símbolo como es la espada del libertador Simón Bolívar -en su día oficial del Ejército español-, tan apreciado no solo entre los pueblos latinoamericanos, sino en general por los sectores progresistas y antiimperialistas del mundo, es totalmente expresiva de la naturaleza del Régimen del 78 y la Monarquía borbónica reinstaurada por decisión de Franco.

Hay un sector de la población cada vez más importante, cuantitativa y cualitativamente, que comprende que es imposible avanzar en transformaciones de cierta profundidad en el plano económico, político o social en el Estado español sin liquidar previamente a la Monarquía borbónica; pero sigue habiendo sectores, incluso entre aquellos que se consideran progresistas, especialmente entre los apoyos del actual Gobierno, que piensan que esas transformaciones se pueden hacer en coexistencia con la Monarquía. La actitud de Felipe VI durante la toma de posesión del nuevo presidente colombiano, Gustavo Petro, ayuda a clarificar de forma significativa ese debate, aunque siempre habrá quienes, viviendo a la sombra de este Régimen, buscarán algún tipo de justificación al gesto del Borbón.

En 2007, Juan Carlos I, en la XVII Cumbre Iberoamericana celebrada en Santiago de Chile, tuvo una intervención igual de grosera que la de su hijo, en ese caso en relación con el presidente Chávez con aquel famoso “¿Por qué no te callas?”, que fue utilizado por las fuerzas reaccionarias de Venezuela para atacar al presidente legítimo. Estamos segur@s de que la actitud de Felipe VI será también utilizada por la reacción colombiana y latinoamericana para confrontar con el nuevo Gobierno. Sin ir más lejos, el presidente saliente, Iván Duque, había denegado la solicitud de Gustavo Petro de que la espada de Bolívar estuviera presente durante la toma de posesión y jura como nuevo presidente. La espada solo fue llevada hasta el lugar de la ceremonia, que se suspendió momentáneamente, tras la primera orden emitida por el nuevo presidente. Felipe de Borbón se ha situado con su actitud del lado de los sectores más reaccionarios de Colombia y de América Latina. No nos extraña lo más mínimo. Similar posicionamiento adoptó ante el proceso soberanista catalán en su famoso discurso del 3 de octubre de 2017.

Lo que ha ocurrido no es una cuestión menor, como pretenderán hacernos creer los medios de comunicación españoles. Es una cuestión de primera magnitud y un dato adicional para que el movimiento por la liquidación de la Monarquía y la instauración de una República popular avance lo más rápidamente posible. La situación es ya insoportable.

L@s comuner@s, por supuesto, somos republican@s en todas las circunstancias, pero hay que destacar que la Monarquía borbónica asentada en España es lo más grotesco y protofascista que existe entre todos los regímenes monárquicos que hay actualmente en Europa. Por poner un ejemplo, Isabel II, como representante de la Monarquía británica, hizo entrega a los EEUU de una réplica de la Campana de Filadelfia en el segundo centenario de la independencia de los Estados Unidos (1776-1976), símbolo de la secesión de las antiguas colonias.

La monarquía borbónica no solamente tiene una historia criminal y fascistoide; su presente es una mera continuidad de sus posicionamientos anteriores. Su existencia y actitud nos impide algo de vital importancia para Castilla: la construcción bajo presupuestos democráticos e igualitarios de un espacio común con aquellos pueblos de América y otros lugares con los que tenemos una lengua y cultura compartida. Para Castilla esto es mucho más relevante que la permanencia en el espacio europeo en el que somos -y nunca dejaremos de ser- los parientes pobres, fruto de un proceso de colonización secular que comienza en el siglo XVI con la llegada de los Habsburgo y que se ve reforzado en la actualidad por nuestra presencia -siempre subordinada a intereses ajenos- en la UE.

Seguramente en los próximos días asistiremos a diversas iniciativas políticas y parlamentarias provenientes de aquellas organizaciones que pertenecen o apoyan al Gobierno, solicitando aclaraciones sobre la intervención de Felipe VI en Bogotá. Nos parece una cuestión totalmente estéril, que se mueve dentro del postureo político al que tanto les gusta jugar. Lo que hay que exigir es que ni Felipe VI ni ningún otro Borbón vuelvan a representar a los pueblos del Estado español en ninguna cita internacional, ni de otros ámbitos. Es obvio que para que ello se pueda materializar hay que conseguir la dimisión y expulsión del Borbón.