Entrevista a la analista venezolana Yoselina Guevara
«La política exterior de Rusia apunta a la creación de un nuevo orden internacional multipolar»
Entrevista con la periodista venezolana Yoselina Guevara, quien recibió Venezuela del Premio Nacional de Periodismo Simón Bolívar 2022
Entrevista realizada originalmente en italiano por Fabrizio Verde, director del periódico El Antidiplomático.
Traducida al español por FMLN Suecia
El mundo ha entrado en una fase de cambios que se despliegan ante nuestros ojos y que a menudo no captamos en su totalidad. El dominio unipolar de Estados Unidos que surgió tras la implosión de la Unión Soviética y del bloque socialista ha llegado a su fin. El mundo avanza hacia un nuevo orden multipolar en el que emergen con fuerza las potencias euroasiáticas, con los consiguientes cambios geopolíticos. Un mundo en el que regiones como América Latina, que han tenido que sufrir el dominio indiscutible del poder imperialista estadounidense, podrán encontrar un nuevo protagonismo.
Hablamos de estos cambios, del conflicto en Ucrania y sus repercusiones geopolíticas, del nuevo protagonismo de potencias emergentes como Rusia y China, y de los países de América Latina llevados a la redención por el ejemplo de Venezuela con la periodista venezolana Yoselina Guevara. Experta y estudiosa de Rusia y el mundo multipolar.
Usted es una experta y estudiosa de Rusia y el mundo multipolar, ¿puede hablarnos de sus investigaciones?
En primer lugar, gracias por la oportunidad que me han dado con esta entrevista. Me siento muy halagada por su definición de experta, aunque creo que aún me queda mucho camino por recorrer y mucho que aprender para llegar a ser experta. Pienso que las definiciones a veces son limitantes, pero si estoy de acuerdo con Usted en definirme como estudiosa porque el estudio reflexivo implica una curiosidad, una búsqueda de conocimiento, un interés por lo que nos rodea y es un ejercicio, una actividad que se ejerce constantemente y que no termina sólo con un título universitario o un curso de estudio. Los comunicadores nos caracterizamos por este interés, por la curiosidad, pero esta curiosidad no puede ser superficial, debe enriquecerse día a día.
En mi caso concreto, me esfuerzo por conocer y comprender a Rusia, pero además de Rusia y su intrincada complejidad, también intento comprender la geopolítica mundial, que implica una variedad de zonas geográficas, que definidas en un mapa sólo significan coordenadas, espacios territoriales. Estas zonas, continentes, países adquieren sentido gracias a las personas, a los dirigentes en los que los pueblos depositan su confianza; tienen sentido gracias a la cultura, a la historia y, en general, a la política y a la acción política y a quienes la llevan a cabo, cómo y por qué la llevan a cabo, las consecuencias de dichas acciones, etc.
En cuanto a Rusia, por supuesto que está en la palestra mundial en este momento por el conflicto Rusia-Ucrania, pero no podemos entender las acciones de Rusia si ignoramos Ucrania y todo lo que ha pasado allí en los últimos años, los grupos neonazis de ultraderecha que se han desarrollado, si no estudiamos la injerencia de Estados Unidos y su participación en el conflicto, no desde ahora, sino en la organización de las revoluciones de colores, etc. Esto nos lleva inevitablemente a estudiar el papel de Europa, de la Unión Europea; la actuación de países como China, Irán, India y Oriente Medio; a hacer una comparación con lo que ocurre en Palestina, Yemen, Afganistán y las diferencias radicales de estos conflictos, la poca cobertura mediática que se les da. Pero también las implicaciones que tiene ahora mismo África, no sólo por la amenaza de la hambruna por la escasez de cereales, sino también por las implicaciones energéticas. Esto significa también que tenemos que aprender sobre América Latina como área de influencia, su importancia, el papel que puede jugar y cómo puede cambiar destinos que hasta hace unos meses parecían ya definidos y en cambio en el espacio de unos días han cambiado completa y radicalmente un mundo que parecía seguir siendo unipolar con unas pocas potencias emergentes y unos pocos núcleos geopolíticos, a un cambio en un mundo multipolar que está definitivamente emergiendo. En otras palabras, como pueden ver, no se trata de la limitación a Rusia, sino de las implicaciones de un conflicto que tiene repercusiones mundiales.
En cuanto a mi trabajo, lo hago a diario, de forma disciplinada, y por ello escribo a diario a través de artículos publicados en diversos medios de comunicación en internet, en los que documento el contexto, el preámbulo y cómo sigue desarrollándose el conflicto Rusia-Ucrania. Además de lo mencionado anteriormente, las implicaciones y consecuencias de este conflicto se han prolongado a nivel mundial. Además, dada la velocidad a la que se desarrollan los acontecimientos, estoy experimentando con otras plataformas de comunicación para mantenernos informados.
En todo lo que hago en materia de comunicación, modestamente he tratado de poner en práctica una metodología que aprendimos del Comandante Chávez en Venezuela, que es la misma que utiliza el presidente Nicolás Maduro, es decir, explicar temas profundos y complejos como la geopolítica en un lenguaje sencillo. Es decir, de forma didáctica, para que cualquiera pueda entender, informarse, reflexionar, discutir, pero aunque el lenguaje sea sencillo, no sacrificar el análisis, no hacer un análisis vago y superficial. Esto parece sencillo pero no es tan fácil de hacer, el Comandante Chávez no solo fue un visionario, sino un comunicador innato y lo logró; por eso Usted puede ir a Venezuela, no solo a la capital Caracas, sino a las provincias y cualquiera, incluso los jóvenes, conocen por ejemplo la importancia de Rusia, China, Irán, tratan conceptos como Multipolarismo, Orden Mundial, antiimperialismo, etc. Porque desde el inicio del proceso revolucionario venezolano, uno de los objetivos ha sido la educación, que va más allá de la mera instrucción, y que implica el desarrollo de un verdadero pensamiento crítico. Este fue uno de los muchos logros de Chávez, que ahora lleva adelante el presidente Nicolás Maduro.
¿Estamos asistiendo al surgimiento de un mundo sin imperios hegemónicos, como afirmó recientemente el presidente Maduro?
Sí. Este comentario lo hizo el presidente Maduro durante su reciente gira por Eurasia y África y me sumo a sus palabras. Pero fíjese, en septiembre de 2021, en el marco de la 76ª Asamblea General de la ONU, el presidente Maduro en su discurso también tocó la necesidad de consolidar la construcción de un nuevo orden mundial basado en la paz, la cooperación, el diálogo, la diversidad política, religiosa y cultural, un nuevo orden multilateral y pluricéntrico. En ese discurso a las naciones del mundo, habló de la necesidad de, según sus propias palabras, “lograr un mundo sin imperios hegemónicos, liberado de la dominación económica, financiera, militar y geopolítica de cualquier imperio, de aquellos que durante siglos explotaron el mundo con el viejo colonialismo”.
Reitero que estoy de acuerdo y apoyo las palabras del Presidente Maduro, solo puedo añadir algunos comentarios para ilustrar lo que dice el Presidente Maduro en el sentido de que este es un parto que como algunos partos es doloroso, es doloroso porque está produciendo cambios no solo circunstanciales sino estructurales en el mundo y se producen sobre todo como consecuencia de un conflicto militar, el de Rusia y Ucrania, un conflicto que pudo haberse evitado y en el que, como en todos los conflictos armados, hay pérdidas de vidas, víctimas, civiles y militares, familias que sufren, familias separadas, ciudades destruidas, etc. Es algo que realmente, desde el punto de vista humano, no hubiéramos querido que ocurriera y esperamos que no vaya más allá, en el sentido de que se utilicen armas nucleares altamente letales, especialmente por el bien de la humanidad.
Pero volviendo al punto de su pregunta, para que surja “un mundo sin imperios hegemónicos”, para que esto ocurra debe desaparecer el hegemón, es decir, Estados Unidos, no como nación, porque eso sería una aberración, un crimen, pero me refiero a que Estados Unidos debe abandonar su carácter imperialista hegemónico, que como sabemos está prácticamente diagramado desde el fin de la Segunda Guerra Mundial, se ha ido construyendo y consolidando con la expansión global desde los años 90.
El problema es que sólo la aparición y consolidación de potencias como Rusia y China y la construcción de un bloque alternativo no pueden desmantelar la hegemonía estadounidense, por supuesto que no. Porque incluso Estados Unidos y todo su aparato gubernamental no tienen intención de sentarse y esperar a que los dejen fuera de juego. Son procesos, a veces lentos, pero con muchas implicaciones, y de hecho la historia nos dice que las guerras siempre han provocado la implosión de los imperios.
Externamente, hemos visto cómo Estados Unidos intenta desesperadamente por todos los medios recuperar espacio, está construyendo coaliciones y está operando abiertamente detrás del conflicto entre Rusia y Ucrania, lo que vemos es un enfrentamiento entre Estados Unidos y Rusia, en lo que algunos analistas han llamado una “guerra por delegación”. Hemos visto a Washington intervenir cada vez más directamente con apoyo internacional, con ayuda económica y financiera a Kiev, con entrenamiento militar, con armas, con sanciones contra Rusia, etc. Pero en el plano interno, este conflicto Rusia-Ucrania está minando y haciendo aflorar un fenómeno que los analistas geopolíticos denominan “fatiga imperial”, que ya había mostrado sus primeros signos con Donald Trump. Esta fatiga imperial se manifiesta en las poblaciones imperiales sobre todo porque están cansadas de vivir constantemente en guerra, de hacer la guerra, e incluso de ser una población imperial que no tiene nada. En la práctica, ser un imperio significa inevitablemente vivir en guerra, luchar a fondo para defender el propio estatus, para impedir que otros desafíen su posición, para repeler los ataques a su supremacía. Esto lleva a los imperios a tomar decisiones ciertamente antieconómicas, el pensamiento imperial y el pensamiento económico son dos caminos diferentes, y estos caminos a veces no van la mano, especialmente para el pueblo.
La población norteamericana está sufriendo actualmente las consecuencias de la pandemia de Covid-19 y la mala gestión de Biden, y ahora las consecuencias del conflicto entre Rusia y Ucrania. Por un lado, la inflación, que en junio alcanzó un incremento interanual del 9,1% en los precios al consumo, lo que supone un aumento en el precio de los alimentos y productos de primera necesidad, y el precio del combustible, que llegó a alcanzar los 5 dólares por litro, debido principalmente a las sanciones de Estados Unidos sobre el petróleo y el gas rusos. Y la reacción del gobierno estadounidense muestra claramente el pensamiento imperial en este caso: seguir alimentando el conflicto desde Washington, que al mismo tiempo está aprobando el envío de cañones, helicópteros, carros blindados y otras armas pesadas que los ucranianos siguen exigiendo.
Pero hay que tener en cuenta que no es sólo un producto del conflicto entre Rusia y Ucrania, sino un proceso gradual, que casi 1,5 millones de estadounidenses han caído de la clase media a la pobreza. Gracias a los recortes fiscales que han enriquecido a los ricos y empobrecido a los menos ricos, reduciendo los servicios sociales, donde es casi imposible pagar la sanidad, la educación, etc. Si observamos esto desde una perspectiva económica, por no hablar de los valores y principios, vemos una sociedad norteamericana cada vez más violenta y sedienta de sangre. En algún momento la sociedad tendrá que implosionar, el ataque al Capitolio en 2021 es un ejemplo.
No creo que Estados Unidos desaparezca como potencia, pero sí puede desaparecer como potencia hegemónica que decide, que cambia gobiernos, que oprime naciones soberanas, que fomenta golpes de estado, revoluciones de colores, etc. En América Latina estamos viviendo nuevamente un despertar de los pueblos contra la hegemonía opresora de los Estados Unidos, es el reconocimiento de la resistencia contra la agresión, las sanciones unilaterales de Washington contra Cuba, contra Venezuela, la continua injerencia en naciones soberanas. El hecho de que el mapa de América Latina esté cada vez más lleno de gobiernos soberanos y progresistas significa mucho. Desgraciadamente, este no es el caso de Europa, que sigue demostrando que Estados Unidos domina este continente prácticamente desde el final de la Segunda Guerra Mundial.
Su pregunta abre una espiral a otra cuestión que los lectores y lectoras de esta entrevista también podrían plantearse: ¿son Rusia y China potencias imperiales que pueden llegar a ser hegemónicas?
Por el momento ni Rusia ni China actúan como potencias imperiales, no forman parte del grupo de países capitalistas que actúan como potencias hegemónicas. En el caso concreto de Rusia, como hemos visto, tiene influencia en el suministro de gas a dos continentes, y son conocidas las inversiones comerciales tanto de Rusia como de China con varios países en desarrollo. China es un gigante comercial, no cabe duda. Pero lo que observamos en su comportamiento no es una búsqueda de injerencia, dominación o imposición, sino relaciones basadas en el respeto, la soberanía y, sobre todo, en un aspecto muy importante: la cooperación.
Para ser una potencia hegemónica, debe comportarse de forma imperialista y dominar, tener hegemonía en al menos cinco aspectos:
- territorialmente, esto implica el dominio sobre los países que se convierten en satélites al proporcionar materias primas y recursos. Pero también para controlar las infraestructuras aeroportuarias y las rutas marítimas y ferroviarias a nivel mundial.
- A nivel monetario y financiero, que se manifiesta a través de la utilización de una moneda, es decir, el hecho de realizar transacciones económicas y financieras con una moneda de referencia, pero también el control y el dominio de los circuitos financieros y de los bancos a nivel mundial.
- En el plano militar, esto tiene que ver no sólo con la formación de ejércitos y el suministro de armamento, con la posesión de armas letales como las nucleares, sino también con la capacidad de autoabastecerse sin necesidad de otros países.
- En el plano cultural, la imposición de una cultura con la desaparición de la historia y la destrucción de las culturas de los países dominados, esto ocurre de diferentes maneras.
Por el momento, al menos en las potencias emergentes, no vemos ese carácter de dominación, de aniquilación, de imposición. Esto no significa que en el futuro puedan surgir o consolidarse otras formas de dominación; sólo el curso de los acontecimientos nos lo dirá.
¿Cuál podría ser el papel de América Latina en la configuración multipolar del mundo?
En la primera década de los años 2000, América Latina vivió un apogeo en cuanto a la creación de espacios de integración: se formaron Unasur, Celac, Alba TCP, Petrocaribe, etc. Esto ocurrió principalmente bajo el liderazgo del Presidente Chávez, el Comandante Fidel Castro y otros líderes como Evo Morales, Lula Da Silva, Ernesto Kirchner, Rafael Correa, etc. Lo que ocurrió posteriormente fue el desmantelamiento de estos mecanismos de integración por parte de las potencias hegemónicas, aprovechando la desaparición física del presidente Chávez y del comandante Fidel Castro y el advenimiento de gobiernos de derecha en América Latina, a través de elecciones, traiciones, golpes de Estado, etc. Por ejemplo, sabemos que una de las primeras cosas que hizo el ex presidente ecuatoriano Lenin Moreno, junto con el llamado Grupo de Lima, fue congelar Unasur, e intentaron hacer lo mismo con otros mecanismos como el ALBA-TCP, etc.
Es decir, ha sido una práctica habitual, una forma de maniobra del imperialismo dividir a América Latina para dominarla, como ha intentado dividir a África, como ha intentado dividir a los pueblos del mundo para dominarlos, para explotarlos. Porque la razón intrínseca es dividir para convertir a estos países en satélites del imperio, productores de materias primas, de recursos. Como he dicho antes, el mundo está dejando de ser unipolar y hay signos tangibles de la marcha hacia la formación de al menos dos o tres grandes polos de poder mundial.
Todavía no preveo la estructuración de América Latina como un único bloque de poder independiente. Pero si en el futuro existe la posibilidad de construir ese bloque, América Latina podrá hacerlo, y si las fuerzas políticas siguen reorganizándose, podrá convertirse en un bloque independiente, pero esto sólo dependerá de la voluntad política de los dirigentes de esas naciones y pueblos y de su voluntad de ser libres y soberanos.
Actualmente tenemos polos que aún no están definitivamente estructurados; por un lado, Estados Unidos y sus aliados, por otro lado, Rusia con sus aliados y China, que actualmente es aliada de Rusia, pero ambos podrían estructurar un polo o polos independientes. Pero, como ya he señalado, el bloque que Rusia se está estructurando no para esclavizar, hacer dependientes a los países satélites aliados, chantajear y subyugar a las naciones independientes, apoderarse de la riqueza y los recursos. Hasta ahora, en las relaciones de Rusia y China con los países latinoamericanos, no hemos visto tales acciones.
En este sentido, debo referirme a la política exterior del gobierno de Putin hacia América Latina, que hasta ahora ha buscado básicamente diversificar sus relaciones exteriores, contrarrestar el poder de Estados Unidos y crear un orden internacional multipolar; en este nuevo orden, Rusia debería recuperar su condición de actor global. Nótese que Rusia no ha recuperado sus relaciones con América Latina apoyándose en la ideología, como hizo durante la Guerra Fría, sino apoyándose principalmente en las relaciones comerciales, una visión mucho más pragmática. Esto no significa que Rusia abandone los objetivos geopolíticos, que son intrínsecos, pero sobre todo ha utilizado y utiliza instrumentos económicos y refuerza las relaciones económicas bilaterales.
Pero no podemos olvidar las relaciones de la región con China, India, Irán y Turquía: una integración sólida y fuerte con estos países y con América Latina puede constituir un nuevo polo de poder de enorme importancia en los nuevos escenarios mundiales. Ahora insisto en este punto: se está produciendo una transición geopolítica de la hegemonía mundial con un desplazamiento de su eje desde Occidente hacia Oriente, un hecho sin precedentes en toda la historia del sistema mundial capitalista, pero en esta transición hay signos de pérdida del carácter “hegemónico”.
América Latina se encuentra en lo que los expertos han denominado “el collar de perlas”, es decir, el desarrollo de la Ruta Marítima de la Seda, una ruta marítima que implica la instalación de puertos comerciales en los océanos Índico, Pacífico y Caribe, que conectaría comercialmente América Latina, Asia, África y Oriente Medio. Evidentemente, esto no es poca cosa, nos da una idea de la importancia mundial a largo plazo de la región.
Pero en este momento la importancia inmediata de América Latina radica en la posibilidad de suministrar recursos energéticos, petróleo y gas, que escasean en Europa en particular debido a las sanciones contra Rusia, y en la posibilidad de sustituir las importaciones de cereales y fertilizantes. En este sentido, Venezuela en particular, como productor de petróleo y gas, está jugando un papel extremadamente importante y complejo en este juego de ajedrez global. De hecho, hay un levantamiento parcial de las sanciones por parte de Estados Unidos para las exportaciones de gas, y ya existe un acuerdo con ENI Italia para el comercio de gas.
En otras palabras, estamos en una nueva fase geopolítica en la región, pero todo dependerá del liderazgo latinoamericano y de su capacidad de superar las posiciones de dominio para fortalecer el nacimiento de la multipolaridad.
¿Cuáles son las principales repercusiones de la guerra en Ucrania y las sanciones a Rusia en la economía global y el orden mundial actual?
Esta es una pregunta cuya respuesta debe ser muy amplia por todos los ámbitos que abarca, así que intentaré ser lo más específica posible. A finales de febrero de 2022, el mundo empezaba a salir de las graves consecuencias de casi dos años de una pandemia, que aún no ha terminado, pero que ha causado graves daños a nivel económico. A nivel mundial, ya estábamos en un proceso de desaceleración, de recesión económica general. El conflicto entre Rusia y Ucrania ha acelerado el proceso de bajo crecimiento económico, alta inflación y, por supuesto, la posibilidad de que algunos países entren en recesión económica. Digo esto basándome en los datos que se pueden encontrar en las páginas web del Banco Mundial y de otros expertos económicos.
Veamos ahora las consecuencias de las sanciones contra Rusia, que comienzan a sentirse especialmente en Europa, pero en general en todo el mundo, con el aumento de los precios de los combustibles, el gas, los alimentos, etc., como ya hemos mencionado. La reciente caída del euro frente al dólar indica que a corto plazo la Unión Europea podría dirigirse directamente hacia el estancamiento económico y hacia un proceso de inflación excesiva en los precios de las materias primas y, por supuesto, en toda la cadena económica. ¿A quién afectan realmente las sanciones contra Rusia? Más que Rusia, creo que Europa es la más afectada. Por ejemplo, Francia ya se ha declarado en economía de guerra sin estar formalmente en guerra. Alemania está aplicando al máximo las medidas de reducción de energía, en Italia conocemos la situación con el aumento de las facturas de energía y combustible. Pero son consecuencias globales que están llevando a protestas sociales, a la dimisión de gobiernos, es decir, están provocando un escenario de crisis generalizada.
Por lo que respecta a Rusia, diversos análisis indican que la Federación Rusa se ha estado preparando para este momento desde el punto de vista económico no sólo desde hace unos meses, sino desde hace mucho tiempo. El gobierno ruso no sólo tiene una de las fuerzas militares más fuertes del mundo, sino también un escudo contra las sanciones occidentales. La economía rusa está actualmente en condiciones de soportar las medidas económicas que Estados Unidos y sus aliados están poniendo en marcha, incluido el famoso séptimo paquete que prepara la Unión Europea, por varias razones, de las que señalaré cinco:
1. Por un lado, sus reservas: desde 2014, Rusia se ha diversificado, reduciendo sus tenencias de bonos del Tesoro estadounidense y de dólares. Los euros y el oro representan una parte mayor de las reservas rusas que los dólares. Además, ha aumentado significativamente sus reservas hasta un nivel récord, superando los 630.000 millones de dólares a finales de enero de 2022. Se trata de la cuarta mayor cantidad de reservas del mundo.
2. Bajo endeudamiento: el Kremlin tiene en la actualidad una baja relación entre la deuda y el PIB, que rondará el 18% en 2021. Ha recortado el tamaño de su presupuesto, priorizando la estabilidad sobre el crecimiento, proyectándolo con un barril de crudo a 44 dólares, actualmente muy por encima. Pero también dispone de unos 53.000 millones de dólares de fondos presupuestarios no restringidos, que representan recursos suficientes para garantizar la estabilidad macroeconómica y le permitirán apoyar a las empresas afectadas por las sanciones.
3. Desdolarización: Moscú está llevando a cabo un plan para liberarse gradualmente del dólar, en particular mediante acuerdos con China. Ambos países regulan su comercio bilateral en sus respectivas monedas nacionales y ya sabemos que a través del recientemente inaugurado corredor internacional Norte-Sur se facilitará el comercio entre Rusia e India, también en moneda nacional. Curiosamente, el Banco Central de Rusia ya había revisado completamente su cartera de reservas de divisas antes del inicio del conflicto, abandonando el dólar en favor del yuan, el euro y el oro.
4. Comercio: Rusia reorientó su comercio y se vio obligada a sustituir las importaciones occidentales, lo que le permitió sortear las sanciones anteriores. Moscú también redujo su dependencia de los préstamos e inversiones extranjeras y buscó activamente nuevas oportunidades de negocio fuera de los mercados occidentales, apuntando al continente asiático.
5. Independencia tecnológica: de acuerdo con las disposiciones de la ley de “Internet Soberana”, Rusia ha creado su propia red nacional conocida como “Runet”, que funciona como un sistema alternativo de Internet sin necesidad de ser bloqueado por servidores extranjeros. Esto incluye un sistema de nombres de dominio de Internet que permite que la red rusa funcione incluso cuando está desconectada del resto del mundo. Además de la plataforma Swift, Rusia responde con una alternativa nacional conocida como SPFS, acrónimo ruso de “Financial Message Transfer System”, que realiza las mismas funciones que Swift con instituciones económicas y financieras no sólo de Rusia, sino también de China.
Evidentemente, todo esto apunta a la formación de un polo económico que actúe como contrapeso de Occidente, un Occidente cada vez más golpeado y maltrecho.
¿No cree que la política de sanciones impuesta por Estados Unidos acabará creando nuevas alianzas en Asia? Por ejemplo, Irán, Rusia y China están avanzando hacia una asociación más estrecha.
En cuanto al grupo de países formado por la República Popular China, la Federación Rusa y la República Islámica de Irán, se trata de un bloque firmemente posicionado para romper con la unipolaridad. Voy a esbozar las características de este bloque emergente. Por un lado, es gigantesca en términos demográficos, con una población total de 1.500 millones de personas. Geográficamente es enorme y económicamente representa el 22% del PIB mundial. Además, dos de sus miembros, China y Rusia, poseen armas nucleares y son miembros permanentes del Consejo de Seguridad de la ONU con poder de veto.
En el plano económico comercial, el interés de China no se limita a las cuestiones comerciales, sino también a la idea de tener acceso al Mediterráneo y un acceso más directo al mercado, que quiere revitalizar plenamente en función de todos los acuerdos y proyectos que se están ultimando bajo esta idea: proyectos ferroviarios, portuarios, de carreteras, fluviales y energéticos, entre otros, en los que Rusia e Irán desempeñan un papel crucial. Hay otras razones relacionadas con la seguridad que llevaría más tiempo explicar, pero no cabe duda de que el conflicto entre Rusia y Ucrania y las sanciones impuestas a Rusia por Estados Unidos y sus aliados han provocado el fortalecimiento del eje Rusia-China-Irán, que abarca una amplia gama de acuerdos políticos, energéticos, económicos, financieros y militares.
Nuevos países históricamente neutrales, como Finlandia y Suecia, están a punto de ingresar en la OTAN. ¿Espera que esta expansión conduzca a un mayor enfrentamiento entre Rusia y Occidente?
Espero sinceramente, por el bien de la humanidad, que la entrada de Finlandia y Suecia en la OTAN no provoque un conflicto mayor, aunque los protocolos de adhesión tengan que completarse en un plazo no muy corto. El problema es que, según el artículo 5 del Pacto Atlántico, un ataque a un país de la OTAN equivale a un ataque a toda la OTAN, lo que significa que todos los miembros de la OTAN, que actualmente son 30, deben responder conjuntamente a la agresión. Esto es, por un lado, un factor de disuasión decisivo; significa que un ataque a un miembro de la OTAN podría iniciar la Tercera Guerra Mundial.
Por otro lado, la entrada de Finlandia y Suecia en la OTAN ofrece a la Alianza Atlántica una serie de ventajas. Ambos países cuentan con valiosas fuerzas militares, en particular fuerzas especiales. Además, con la entrada de Finlandia y Suecia, el Mar Báltico se convierte prácticamente en “un mar de la OTAN”, como dicen algunos analistas militares.
Pero también está Rusia: ¿qué pierde Rusia, aunque no lo diga abiertamente? Por un lado, sus fronteras con los países de la OTAN se duplican con la frontera ruso-finlandesa de 1.300 kilómetros. En cierto modo, Moscú, y lo decimos objetivamente, inició la operación militar especial en Ucrania para evitar que Kiev entrara en la OTAN y ahora resulta que dos países se incorporan a la Alianza Atlántica, reforzándola inevitablemente. Pero todavía hay ventajas para Rusia, incluso si Finlandia y Suecia se unen a la OTAN, debido a la inmensidad del territorio ruso sólo el 6% de la frontera rusa limitará con la OTAN.
Rusia ha declarado abiertamente que no tiene problemas con Suecia y Finlandia, por lo que la adhesión de estos dos países a la OTAN no crearía un peligro inmediato para Rusia. Sin embargo, lo que podría desencadenar una contramedida por parte de Moscú es una expansión de la infraestructura militar de la OTAN en estos estados bálticos que amenace la seguridad de Rusia.
La línea roja para el Kremlin no es el ingreso en la OTAN, sino la asignación de bases, tropas y armamento aliados en los dos países nórdicos. Inicialmente, las declaraciones de disuasión y las maniobras militares de Rusia pretendían influir en el proceso de toma de decisiones en Estocolmo y Helsinki. Al no haber surtido efecto, es inútil que Moscú muestre sus cartas y haga saber a su adversario cómo, cuándo y con qué responderá a esta ampliación de la Organización Atlántica. Lo cierto es que Rusia ya está tomando decisiones sobre cómo reconfigurar su despliegue militar en el flanco oriental de sus fronteras. Todavía está por ver cómo se convertirá en permanente la presencia de EE.UU. o de la OTAN en estos países, aunque el reciente documento emitido por la cumbre de la OTAN en Madrid proporciona algunas pistas, pero la configuración real todavía no está a la vista: eso ocurrirá cuando se complete la adhesión de Suecia y Finlandia.
Los BRICS se están ampliando, y países importantes como Irán y Argentina han solicitado oficialmente su adhesión. ¿Puede esto ser la base, junto con instituciones alternativas y verdaderamente multipolares como el BAII, el Nuevo Banco de Desarrollo de los BRICS y el Consorcio Interbancario de la OCS, para una alternativa real al moribundo orden unipolar estadounidense?
La solicitud de adhesión de Irán y Argentina a los BRICS indica que el posicionamiento de los BRICS en la escena mundial ha crecido, y esto va de la mano del aumento, en la última década, de la cooperación Sur-Sur, de las inversiones de China y Rusia en los países en desarrollo, del crecimiento de la India, es decir, en términos generales, de un desplazamiento de la riqueza desde el Atlántico Norte hacia Asia-Pacífico.
El espíritu de los BRICS es totalmente diferente de las formas de integración occidentales y va más allá del aspecto puramente económico: los BRICS no pretenden crear monopolios, bloqueos y barreras, por ejemplo en el ámbito de la ciencia y la tecnología, para obstaculizar la innovación y el desarrollo de otros países y aferrarse a su posición dominante. Por el contrario, promueven la mejora de la gobernanza mundial de la ciencia y la tecnología y buscan que más personas puedan acceder y beneficiarse de los logros científicos y tecnológicos. De hecho, los BRICS están creando varios mecanismos como la Asociación BRICS para la Nueva Revolución Industrial, la Asociación para la Educación Profesional, la Asociación para la Economía Digital y la Iniciativa Cooperativa para la Digitalización de la Industria Manufacturera, entre otros, a través de los cuales están abriendo nuevos canales para promover la articulación de políticas industriales entre los cinco países BRICS.
El Nuevo Banco de Desarrollo que menciona, fuecreado por los BRICS, es una forma importante de cambiar la gobernanza y el desarrollo mundiales. El Banco se institucionalizó en julio de 2014, con un capital inicial autorizado de 100.000 millones de dólares, y el acuerdo del Banco establece que sus fondos se destinarán a planes de infraestructura y desarrollo sostenible en economías emergentes y en desarrollo, apoyando proyectos privados y públicos y proporcionando asistencia técnica. En otras palabras, es un poderoso instrumento financiero que cuenta con la máxima calificación AAA del mundo y está renovando las perspectivas de cambio en los países miembros del BRICS.
No olvidemos que los BRICS son potencias emergentes, que buscan profundizar en la integración dentro del sistema global, y volvemos a lo que dije en una de las respuestas anteriores, es la búsqueda de la integración y la cooperación, porque “solos”, “divididos”, se tiene poco o ningún impacto a escala global.
La otra cuestión es que la actual estructura de gobernanza mundial fue creada e impulsada básicamente por las potencias occidentales tradicionales; los países emergentes deben utilizar su influencia colectiva para remodelar el sistema , pero no se trata sólo de que se les escuche o se les tenga en cuenta, sino que el objetivo inherente debe ser sustituir esta estructura antigua y obsoleta. Esto último sería un paso decisivo, ya que hasta ahora los BRICS no se han propuesto contrarrestar a los grandes países occidentales, sino interactuar con ellos de forma más eficaz e igualitaria, con el fin de construir un orden mundial más equitativo para la humanidad. Pero, en mi opinión, es difícil que ambas estructuras coexistan en pie de igualdad, porque sirven a intereses diferentes. Esta es la lucha, el dilema en el que se encuentran, sabiendo que por el momento los BRICS no pueden asumir todavía un papel más proactivo en la gobernanza mundial, ya que todavía tienen que superar enormes retos de desarrollo local y existen grandes diferencias con las potencias occidentales en cuanto a medios y recursos para abordar los problemas internacionales. Pero mientras siguen construyendo una fuerte alianza, están socavando los cimientos de las viejas estructuras, de eso no hay duda.